Si el costo de vida en julio no da sorpresas, sería la señal del fin del alza de tasas: analistas.
Tal como lo tenía previsto la mayoría de los analistas del mercado, el Banco de la República, en su reunión de este miércoles, ajustó en otro 0,25 por ciento su tasa de intervención, a 7,5 por ciento.
Es la décima alza consecutiva desde septiembre del 2015, con la que se completa un ajuste de 300 puntos básicos. La última vez que dicha tasa estuvo en niveles similares fue a finales de marzo del 2009.
La decisión de la junta del banco no fue unánime, lo que hace pensar a los analistas que en la reunión pudo haber posturas frente a una mayor alza de la tasa.
Pese a esto, un grueso número de agentes consideran que el ciclo de alza en la tasa del mercado llegó a su fin, y lo que sigue ahora es una etapa de estabilidad que se prolongará por el resto del año, pues será un periodo en el que la inflación comenzará a ceder, aunque es claro que no será suficiente para cumplir la meta prevista o para situarse en el rango de entre 2 y 4 por ciento.
“A pesar de los altos niveles de inflación, vemos que en los próximos meses se empezarán a evidenciar la desaceleración de la economía y la disminución en el consumo de los hogares, lo que ayudará al descenso en el costo de vida (IPC)”, señala José Germán Cristancho, gerente de Investigaciones Económicas de Davivienda Corredores.
Sostiene que factores como la tasa de cambio y el clima se han estabilizado, lo que sin duda le daría mayor tranquilidad al Emisor para hacer una pausa en su política y esperar hasta que la economía dé señales de necesitar recortes en la tasa de interés.
De cualquier forma, en el mercado hay cierta prevención en cuanto a que la inflación siga dando sorpresas en los meses venideros.
Aunque hoy son más quienes ven que los factores que presionan al alza a la inflación se disiparán en el segundo semestre, no hay que pasar por alto el hecho de que en el primer trimestre del año muchos creían que esto se daría a partir de abril y que con ello el pico alto de tasas también llegaría a su fin, lo cual no ha sucedido aún.
Juan David Ballén, estratega de Renta Fija de Casa de Bolsa, espera un alza adicional de la inflación en julio y, por consiguiente, un movimiento en esa dirección de la tasa del Emisor que puede llevarla a 7,75 por ciento para anclarse en ese nivel el resto del año.
Aunque esta es una posibilidad, buena parte de los consultados creen que la inflación cederá, contribuyendo a la estabilidad en la tasa de intervención.
La más reciente encuesta de ‘Opinión financiera’ elaborada por el centro de estudios Fedesarrollo y la Bolsa de Valores de Colombia (BVC) indica que los analistas ven una inflación en junio del 8,34 por ciento, mientras que sus expectativas para el cierre del año son del 6,5 por ciento.
“Vemos cómo las inflaciones básicas comenzaron a voltear ya en los datos (del Dane) del último mes, y ojalá sigan esa línea, aunque un punto no hace una tendencia. En julio la inflación empezaría a ceder, sobre todo por el comportamiento de los alimentos ahora que llegan las cosechas, está lloviendo; y eso es positivo, no hay excusa para que los precios de los alimentos sigan subiendo”, dice Munir Jalil, economista jefe para el área Andina del Citibank.
Lo cierto es que hay cierta preocupación por los efectos que sobre la economía pueden tener tanto el nivel de tasas actual como su permanencia en el tiempo.
“Si bien después de un proceso de continuas alzas en la tasa de política monetaria las expectativas inflacionarias han mostrado cierto grado de estabilidad en los últimos meses, estas siguen señalando un notorio desanclaje, dicen los economistas de la Asobancaria.
Agregan que “de presentarse mayores aumentos (en la tasa) por la persistencia en el desanclaje de las expectativas inflacionarias o de eventuales sorpresas negativas en la convergencia de la inflación, las condiciones restrictivas durante el próximo año se elevarían, lo que frenaría la actividad productiva y la anhelada convergencia hacia ritmos de crecimiento potencial de entre 4,5 y 5 por ciento”.
En ese escenario, es claro que el deseo de los economistas, y el del propio Gobierno, es que no solo el ciclo de alza de tasas del Emisor esté próximo a su fin, sino que haya llegado.
De hecho, Mauricio Cárdenas, ministro de Hacienda, en recientes declaraciones, dijo que tenía la convicción de que la política monetaria del Emisor ya había surtido su efecto.
“No podemos exagerar en términos de la desaceleración de la demanda, debemos ser prudentes. El incremento de la tasa está llegando a su fin, si es que ya no concluyó”, sostuvo.
Aunque ese es el deseo de muchos, los propios operadores saben que eso no significa que se pueda hablar de un recorte de tasas en el corto plazo por parte del Banco de la República.
“Aún es prematuro hablar del ciclo de disminución de tasas de interés (al cual le juega parte del mercado), hasta que el descenso del IPC no se consolide y veamos el verdadero impacto sobre los precios que generarían el fenómeno de la Niña y el incremento del IVA”, dice Ballén, de Casa de Bolsa.
Por su parte, Camilo Pérez, gerente de Investigaciones Económicas del Banco de Bogotá, señala que esperan una menor dinámica de crecimiento, una desaceleración de la inflación en el segundo semestre y la continuidad en la convergencia de las cuentas externas, lo que redundaría en una tasa de interés estable.
Fuente: El tiempo
Fotografía: El tiempo