Hay huecos de todos los tamaños, formas y profundidades. Algunos han sido marcados con color amarillo para hacerlos visibles, otros son como fantasmas que aparecen en el camino sin previo aviso. Así está convertida gran parte de la malla vial de la carrera 7.ª entre las calles 26 y 120.
Solo en un tramo de menos de una cuadra se pueden contabilizar 16 de estas trampas mortales, en la carrera 7.ª con calle 62, sentido sur norte. EL TIEMPO hizo un recorrido por esta emblemática vía para conocer su estado.
De los tres carriles (por calzada), el más afectado es el preferencial, por donde circulan los buses del Sistema Integrado de Transporte Público (SITP) y los duales de TransMilenio. En muchos paraderos se ven los huecos pintados de color azul.
Carlos Mendoza, residente de este sector, manifestó que no hay posibilidad de evitar caer en un hueco de estos cuando se maneja.
“Si va por el carril central y trata de esquivar la tronera, se encuentra con algunos de estos buses, y solo hay dos opciones: o se cae en el hueco o se estrella con los buses”, describe Mendoza.
“Este corredor está completamente deteriorado. Pasan muchos carros pesados, y esto hace que el pavimento se rompa. Esperamos que por fin hagan algo por esta vía que atraviesa de sur a norte la ciudad”, comenta Julián Sarmiento, taxista desde hace más de siete años.
Pero no solo los conductores de los carros particulares o de amarillos son los que sufren por estos cráteres, también lo padecen los de los zonales.
“El hueco ‘campeón’ está a la altura de la calle 89 en el carril preferencial. Puede tener una profundidad de 10 centímetros. Solo se ve cuando se está encima de él y ya no hay manera de esquivarlo o de bajar la velocidad del carro”, asegura un conductor de bus zonal que prefirió mantener en reserva su nombre.
Asegura que a raíz de esto toca zigzaguear en la vía y poner en riesgo a los pasajeros, peatones y demás actores viales.
Otro punto crítico para los carros de TransMilenio es el bache que hay en la 75. Está pegado al andén oriental de la vía, justo al empezar el paradero.
Cráter y alcantarilla
En la calle 144, la situación es más complicada: al hueco que hay en la vía lo acompaña la falta de una tapa de alcantarilla que hace aún más peligroso el tramo. “Menos mal vi que el fotógrafo estaba tomándole la foto a la alcantarilla; de lo contrario, hubiera caído en ella”, reconoce William Zapata, taxista.
Agrega que no solo es el deterioro de la malla vial; a esto se suma que los carros al caer en estos hundimientos pueden presentar daños en la suspensión, los rines, amortiguadores o los espirales, y ahí queda lo del día, además de causar un accidente de tránsito.
Durante el recorrido también se observó el desnivel que registran la mayoría de las rejillas y alcantarillas que hay en este corredor. “Esto hace que los ciclistas y motociclistas pierdan el equilibrio y caigan. En ocasiones pierden la vida”, dice el conductor William Zapata.
‘Ya se están interviniendo algunos tramos en este corredor’: IDU
El Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) señaló que hay dos contratos en ejecución para reparar parte de los huecos que hay en la ciudad. Entre estos huecos, priorizados por parte de la Administración Distrital, algunos están ubicados en el corredor de la carrera 7.ª, como los de las calles 100, 116, 117, 119, 119A y 109.
Según TransMilenio, por la 7.ª hay 10 servicios con 260 vehículos duales y 47 rutas de los buses zonales. En promedio, en un día se movilizan en estos servicios 385.101 pasajeros.
Fuente: ET
Fotografía: Wikimedia
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