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Vía al Llano: El talón de Aquiles del transporte de carga en Colombia

Vía al Llano
Crédito Imagen: Pixabay

El corredor vial conocido como la Vía al Llano, que conecta la región de los Llanos Orientales con el centro del país, es un pilar fundamental para el transporte de alimentos y bienes en Colombia. Sin embargo, enfrenta desafíos constantes derivados de su ubicación geográfica, la inestabilidad del terreno y las condiciones climáticas extremas. Estos problemas no solo afectan la conectividad, sino que también tienen un impacto directo en la economía regional y nacional.

Según un informe del Banco de la República titulado “Impacto de los desastres naturales en la Vía al Llano sobre el movimiento de carga”, la importancia de esta carretera es incuestionable. Se estima que abastece el 48% de la demanda alimentaria de Bogotá, además de transportar productos agrícolas como palma de aceite, arroz, cacao y ganado bovino. No obstante, su geología desafiante y la alta frecuencia de desastres naturales dificultan su operación continua.

La Vía al Llano, con 86 kilómetros de longitud y dividida en tres tramos, es parte de la Ruta Nacional 40, una arteria clave que busca conectar el Pacífico colombiano con los Llanos Orientales. Sin embargo, su ubicación en una cordillera sedimentada en formación y su exposición a un alto nivel de lluvias han generado problemas recurrentes como deslizamientos de tierra, derrumbes y desbordamientos de quebradas. Entre 2015 y 2022, se registraron 136 cierres, siendo 2017 el año más crítico, con 35 interrupciones.

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Estos eventos no solo paralizan el transporte de carga, sino que también incrementan los costos logísticos. Por cada día de cierre, los costos de transporte aumentan un 3,7 %, mientras que un cierre adicional puede elevar los costos logísticos en un 41,2 %.

El impacto de estos cierres es evidente en el comercio de carga. En 2016, se transportaron más de 600.000 toneladas a través de la Vía al Llano, pero esta cifra cayó drásticamente en los años con mayores interrupciones, llegando a 303.158 toneladas en 2018. Aunque se observó una recuperación en 2022 con 480.000 toneladas, los costos y los riesgos asociados siguen siendo un desafío.

El sector agrícola es uno de los más perjudicados por los cierres de la vía, especialmente por la naturaleza perecedera de sus productos. Según el informe, un cierre adicional puede reducir en un 10,4 % el volumen transportado de animales vivos y carne, mientras que un día más de interrupción disminuye el volumen en un 4,9 %.

Guayabetal, un municipio particularmente vulnerable debido a su terreno inestable, ha sufrido 114 afectaciones en los últimos siete años. Otros municipios como Chipaque, Cáqueza y Quetame también dependen de esta vía, lo que agrava las pérdidas económicas y sociales cuando ocurre una interrupción.

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Aunque existen rutas alternas como la Transversal del Sisga y el corredor Briceño-Tunja-Sogamoso, estas opciones presentan tiempos de viaje significativamente mayores, de hasta 11 horas, y condiciones viales menos favorables, lo que limita su capacidad para absorber el flujo de carga cuando la Vía al Llano está cerrada.

La Vía al Llano es más que una carretera; es una arteria vital para la economía colombiana. Sin embargo, su vulnerabilidad a los desastres naturales subraya la necesidad de soluciones integrales. Esto incluye inversiones significativas en infraestructura resistente, mantenimiento constante y estrategias de mitigación para minimizar los impactos de los fenómenos climáticos.

El informe del Banco de la República destaca que, aunque la recuperación en los volúmenes de transporte es un signo alentador, no se puede depender exclusivamente de medidas paliativas. El país necesita una planificación a largo plazo que garantice la sostenibilidad de este corredor clave, no solo para las regiones directamente afectadas, sino para toda Colombia.

La Vía al Llano sigue siendo un desafío para el sector del transporte de carga, pero también es una oportunidad para repensar la manera en que se gestionan las infraestructuras críticas en un país donde la geografía y el clima no dan tregua.

Fuente: Portafolio