Estamos tan acostumbrados al ruido y la bronca que lo que debiera resultar normal se antoja extraordinario. El valor de las imágenes se multiplica cuanto más inusuales son como ha ocurrido con la puesta en escena de inicios de esta semana en la firma del acuerdo económico para la construcción de la Base Logística de Córdoba. Una foto en la que las tres administraciones, el Gobierno central, la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento, se dan la mano para rubricar un proyecto vital para la ciudad y la provincia. Es cierto que no es la primera vez que ocurre, pues ya se han firmado otros acuerdos y protocolos en relación a la Base con representación de todas las partes, lo que convierte este proceso en un ejemplo de colaboración institucional en el que, quizá, resida el secreto de su éxito.
Porque el proyecto de la Base Logística, que ahora definitivamente es una realidad tangible con el inicio de la licitación de las primeras obras en La Rinconada, se ha ido fraguando con paso lento pero seguro, dejando atrás las absurdas polémicas iniciales que cuestionaron la elección de Córdoba para albergar esta infraestructura, con talante y colaboración, altura de miras y eficiencia. Y es esta última una cualidad no siempre presente en la Administración, aquejada tantas veces de la lentitud burocrática que lleva a la desesperación y a ser inútiles en la solución de los problemas de los ciudadanos. Podríamos haber asistido a otro ejemplo en el que, tras la satisfacción inicial, no se hubiera hecho nada. No hubiera habido acuerdo entre la Junta y el Gobierno para ver el dinero que pone cada uno o para establecer quién se pone la medallita. O entre el Gobierno y el Ayuntamiento a cuenta de los terrenos o de las exigencias de unos y otros. En Córdoba tenemos muchos ejemplos de proyectos que se quedan en el aire, con el Palacio del Sur como emblema y otros casos también hirientes como el enésimo retraso de la Biblioteca del Estado, el estadio de fútbol o la Ronda Norte.
Fuente: Diario Córdoba
Imagen: Clis