El transporte y la infraestructura han sido pilares fundamentales para el desarrollo económico de Colombia durante los últimos años. Sin embargo, bajo el gobierno actual, liderado por el presidente Gustavo Petro, estos sectores cruciales parecen estar enfrentando un futuro incierto. La reciente negativa del gobierno a financiar proyectos clave, como las vías 4G en Antioquia, ha generado preocupación entre los ciudadanos y líderes políticos, quienes temen que las decisiones actuales puedan poner en riesgo el progreso y la competitividad del país.
La importancia de la infraestructura para la economía
No es un secreto que la infraestructura vial y de transporte desempeña un papel vital en la economía de cualquier nación. La mejora y construcción de vías no solo facilita el transporte de bienes y servicios, sino que también impulsa la generación de empleo y fomenta la inversión en sectores estratégicos como la industria y el comercio. En otras palabras, cada kilómetro de carretera construido es una inversión directa en el crecimiento económico del país.
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A pesar de esto, las señales enviadas por el gobierno de Petro respecto a la infraestructura han sido, en el mejor de los casos, confusas. En lugar de continuar con el impulso de proyectos viales que podrían dinamizar la economía, el presidente ha mostrado escepticismo hacia la inversión en estas áreas. De hecho, durante un discurso pronunciado en Ciudad Bolívar, Antioquia, Petro afirmó que “las autopistas solo sirven para importar productos y matar la producción nacional”, lo que generó controversia y preocupación entre los defensores del desarrollo vial.
El clamor de antioquia y la respuesta de uribe
Ante la falta de apoyo del gobierno central, líderes políticos y ciudadanos en Antioquia han tomado cartas en el asunto, organizando colectas para financiar proyectos viales que consideran vitales para la región. Uno de los más destacados en expresar su preocupación ha sido el expresidente Álvaro Uribe, quien ha sido un defensor ferviente de la inversión en infraestructura. En un reciente evento, Uribe lamentó que Antioquia no haya recibido los recursos necesarios para llevar a cabo importantes obras públicas y advirtió sobre las consecuencias de descuidar el desarrollo vial.
Uribe mencionó varias obras clave que, según él, deberían recibir prioridad en la agenda nacional. Entre ellas se encuentran:
- La variante San Francisco-Mocoa, que es crucial para la comunicación entre Pasto, Bogotá y el Caribe.
- La variante El Estanquillo al sur de Popayán.
- La variante Mulaló-Loboguerrero, esencial para la conexión entre Cali y Buenaventura.
- El Metro de Bogotá, un proyecto largamente esperado y necesario para aliviar el congestionado tráfico de la capital.
- Mejoras en la comunicación de los Llanos con la región andina de Colombia y los santanderes con el Caribe.
- La conexión vial y ferroviaria entre Panamá y Venezuela, pasando por el Caribe.
- El ferrocarril a través del Baudó en el Chocó, que serviría como una alternativa y complemento al Canal de Panamá.
Uribe enfatizó que estas obras no solo son cruciales para la competitividad del país, sino que también contribuyen al ahorro en tiempo y combustible, y a la protección del medio ambiente. Además, criticó la aparente exclusión que se hace entre las autopistas y las vías terciarias, señalando que ambas son complementarias y esenciales para el desarrollo integral de Colombia.
¿Hacia dónde va la infraestructura colombiana?
El discurso del expresidente Uribe resuena con una pregunta que muchos colombianos se hacen hoy en día: ¿Está el gobierno actual comprometido con el desarrollo de la infraestructura del país? Las decisiones tomadas en este ámbito tendrán un impacto duradero en la economía y en la calidad de vida de los ciudadanos. Mientras Antioquia y otras regiones tratan de financiar por sí mismas proyectos que consideran vitales, la falta de apoyo del gobierno central podría llevar a un estancamiento en el progreso vial.
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Es evidente que el país enfrenta un dilema en cuanto a su futuro vial. Por un lado, están los que defienden la necesidad de invertir en grandes proyectos de infraestructura, que ven como motores del desarrollo económico y social. Por otro lado, la postura del gobierno de Petro parece inclinarse hacia una reevaluación de estas prioridades, con un enfoque más cauteloso respecto al gasto en obras públicas.
En este contexto, es crucial que los colombianos, y especialmente los líderes políticos, evalúen cuidadosamente las decisiones que se tomen en los próximos años. El desarrollo vial no es solo una cuestión de construir carreteras y túneles; es una inversión en el futuro del país. La pregunta es si el gobierno actual está dispuesto a hacer esa inversión o si, como temen muchos, el progreso de Colombia quedará detenido en medio del camino.
Fuente: Revista Semana