Bogotá, una ciudad reconocida por sus interminables congestiones, enfrenta un nuevo debate sobre su movilidad. La propuesta de incrementar el límite de velocidad en algunas de sus vías principales ha vuelto a encender la discusión entre quienes creen que esta medida podría aliviar el tráfico y aquellos que temen que solo empeorará la siniestralidad vial.
El concejal del Centro Democrático, Humberto Amín, ha liderado esta iniciativa, sugiriendo que el actual límite de 50 km/h establecido en las principales vías de la capital debería ser revisado. Su propuesta, sin embargo, ha encontrado resistencia tanto en las autoridades como en la ciudadanía, quienes argumentan que un aumento en la velocidad podría traer consecuencias graves en términos de accidentes y fallecidos.
La Ley 2251 de 2022, que establece el límite de velocidad de 50 km/h en vías principales y de 30 km/h en zonas residenciales y escolares, se implementó con la intención de reducir la siniestralidad en Bogotá. Según datos del Observatorio de Movilidad de Bogotá, esta medida tuvo un impacto positivo en sus primeros años, con una disminución en el número de accidentes y muertes. Entre 2017 y 2019, la cantidad de siniestros pasó de 540 a 493, y los fallecidos se redujeron de 532 a 482. Sin embargo, en años recientes, los números han vuelto a aumentar, alcanzando 544 siniestros y 543 fallecidos en 2023.
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Estos datos han generado dudas sobre la efectividad de la medida, y Amín sostiene que el límite de velocidad de 50 km/h no ha sido suficiente para reducir los accidentes graves. Según el concejal, en corredores principales con cámaras salvavidas, que controlan la velocidad, se han registrado más siniestros graves que en aquellos donde no se han implementado estas herramientas. En 2023, por ejemplo, se presentaron 1.619 siniestros en corredores sin cámaras, mientras que en aquellos con cámaras se registraron 4.759.
Amín argumenta que la siniestralidad no depende exclusivamente de la velocidad, sino también de otros factores como la infraestructura vial y el comportamiento de los actores en la vía. “No por el solo hecho de tener una velocidad determinada en una vía se aumenta o disminuye la siniestralidad”, afirma el concejal. Sin embargo, es evidente que una mayor velocidad supone un mayor riesgo, especialmente en una ciudad como Bogotá, donde la infraestructura vial presenta múltiples falencias.
La malla vial de Bogotá es un desafío constante para conductores, motociclistas, ciclistas y peatones. Los huecos, las obras mal señalizadas y la falta de mantenimiento son problemas que no solo causan daños materiales, sino que también cobran vidas. A esto se suma la falta de educación vial y el incumplimiento de las normas por parte de los actores viales, como motociclistas que evaden cursos de conducción, ciclistas que se rehúsan a usar ciclorrutas y peatones que cruzan imprudentemente por vías rápidas.
El problema de la movilidad en Bogotá no es solo una cuestión de velocidad, sino de organización y gestión de los recursos. La Secretaría de Movilidad, por ejemplo, no cuenta con un registro ni una metodología para determinar la velocidad a la que van los vehículos al momento de un siniestro vial. Esto limita la capacidad de la ciudad para tomar decisiones informadas sobre la velocidad en sus vías.
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En lugar de enfocarse únicamente en restringir la velocidad, es necesario abordar otros problemas estructurales que afectan la seguridad vial en Bogotá. Mejorar la infraestructura, aumentar la señalización y educar a los usuarios de la vía son medidas que podrían tener un impacto significativo en la reducción de accidentes y muertes.
Desde la implementación del límite de velocidad de 50 km/h en 2018, se han impuesto más de 5,5 millones de comparendos en Bogotá, siendo el exceso de velocidad la infracción más común, con más de 1,7 millones de casos. Este dato refleja no solo la falta de cumplimiento de las normas, sino también una posible desconexión entre la realidad de la movilidad en Bogotá y las políticas que se implementan para regularla.
El exsecretario de Movilidad, Juan Pablo Bocarejo, ha señalado que aumentar el límite de velocidad en vías como la autopista Norte es inviable debido a la alta presencia de motos, rutas escolares y transporte público. Para Bocarejo, la incapacidad de organizar a los actores viales no debería ser la justificación para mantener o aumentar los límites de velocidad.
En última instancia, la solución a los problemas de movilidad de Bogotá no pasa únicamente por aumentar la velocidad en algunas vías, sino por repensar de manera integral la infraestructura vial y las políticas de movilidad. La ciudad necesita un enfoque más holístico, que considere no solo la velocidad, sino también la seguridad, la organización y la educación de todos los actores viales.
Bogotá se encuentra en una encrucijada: ¿seguirá imponiendo restricciones sin abordar las causas profundas de la siniestralidad vial o tomará medidas integrales que realmente mejoren la movilidad y la seguridad en sus calles? La respuesta a esta pregunta determinará el futuro de la movilidad en la capital y el bienestar de sus habitantes.
Fuente: ET