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TRANSPORTE DE CARGA: Los héroes del transporte que mueven a la región

TRANSPORTE DE CARGA: Los héroes del transporte que mueven a la región

Algunos de personajes al frente del timón, confiesan que han tenido problemas para alimentarse o dónde alojarse por los efectos de la cuarentena. 

EL HERALDO acompañó a  transportadores de la Costa, que a diario movilizan pasajeros, alimentos, gasolina y desechos sanitarios. Asumen con normas de autocuidado los riesgos que implica su labor, en la que deben afrontar dificultades y hasta discriminación.
Los personajes de esta historia coinciden en que con el trabajo que realizan a diario están aportando su “granito de arena” para que el país no se paralice en medio de la pandemia por el coronavirus. Uno de ellos es conductor de sistema de transporte masivo, mientras que el otro recoge los desechos sanitarios en las casas de los pacientes que son atendidos en sus casas por diversas patologías diferentes al COVID-19. Los otros tres entrevistados por EL HERALDO manejan vehículos de carga en los que movilizan combustible y alimentos. Laboran en varias zonas de la Costa, hombro a hombro, contado que las actividades sigan normales en medio de la emergencia sanitaria. Saben que podrían correr el riesgo de un contagio, pero confesaron que el autocuidado es la clave para prevenirlo. “Yo me encomiendo a Dios, pero también me lavo las manos y trabajo con tapabocas”, contaron algunos de los consultados. Ello son una especie de “ángeles” en medio de la pandemia, que al igual que los médicos, los policías y los vigilantes, para solo nombrar algunos, afrontan riesgos, pero son conscientes de que “hay que seguir trabajando para aportar algo al país”. Algunos de personajes al frente del timón, confiesan que han tenido problemas para alimentarse o dónde alojarse por los mismos efectos de la cuarentena. “Hay que echar pa´ lante”, dice César Gómez, transportador de alimentos de Córdoba.
“Ahora vivo dentro del camión”, transportador de alimentos
Por Óscar Cuello En tiempos de cuarentena por el coronavirus, los transportadores de alimentos también arriesgan sus vidas con tal de mantener abastecidas las centrales de abastos de Córdoba y del resto del país. Desde que fue decretado el aislamiento, el tapabocas y el alcohol antiséptico se convirtieron en dos de los elementos fundamentales dentro del equipo de carreteras de uno de estos “ángeles” en medio de la emergencia. Uno de ellos es César Gómez, conductor de un camión de alimentos que no ha dejado de trabajar para mantener surtidas las centrales de abastos en medio del azote del virus. En diálogo con EL HERALDO, contó que los días de este conductor de un camión articulado se pasan sobre la carretera, mientras su familia queda en casa. Asegura que su oficio es viajar de una central de abastos a la otra, ya sea en Córdoba o hacia los departamentos del interior del país. “La soledad en las carreteras nos está matando porque no hay dónde parar a comer, ni comprar agua, no tenemos dónde bañarnos, prácticamente vivimos dentro del carro”, confiesa. Gómez, residente en el municipio de Cereté, reconoce que su labor y el del resto de sus colegas es un sacrificio y un riesgo para él y su familia por tener que salir a trabajar en medio de la emergencia sanitaria, pero sostiene que más que nada es su forma de aportar un granito de arena para superar la crisis. “Ahora mismo es una labor muy dura, es una forma de poner nuestro granito de arena, arriesgando nuestras vidas prácticamente porque podemos contraer una enfermedad y llevarla hasta nuestras casas”, agrega. Mucha gente –continua- no mira eso, creen que con este oficio nos estamos llenando los bolsillos de plata, sin reconocer que todos los días nos estamos arriesgando en las carreteras. Otras personas nos dan las gracias por el apoyo. Estoy seguro que de esta vamos a salir adelante, quédense en casa que nosotros llevamos la comida. “La gente me ha dejado de hablar”
Por Saith Ferez En todo un desafío se ha convertido para Eduardo Alfonso Jaimes llegar al Puerto de Santa Marta desde el inicio de la cuarentena. Este transportador, nacido en Mutisca (Norte de Santander) se arriesga en cumplimiento de sus labores y de servirle a la gente para que un alimento esencial en la canasta familiar, como es el maíz, no les falte. A sus 36 años y con más de 10 de estar conduciendo tractocamión, la época actual ha sido la más complicada en su labor. “Las carreteras están muy solas. Esto provoca que el viaje sea más largo, ya que no se puede manejar de noche por la misma soledad y esto genera que uno sea presa de los atracadores”, indicó Jaimes, quien labora en una harinera en Bucaramanga. “Están saliendo pocos viajes para la Costa y llegar al puerto siempre trae sus desafíos, pero desde que salgo me encomiendo a Dios para que me proteja de los delincuentes. Utilizo tapobocas, guantes y me echo constantemente alcohol para no contagiarme”. Dice que quiere que la crisis pase pronto para que sigan siendo “los consentidos” en las vías y retomar su vida normal. “Muy difícil conseguir dónde dormir y comer, la gente de los pueblos muy poco me hablan porque saben que vengo de Santa Marta y hay coronavirus, además extraño abrazar a mis hijos. Tengo fe que volverán los tiempos de antes”.
“No abrazar a mi familia es duro”
Por Ana Gabriel Zúñiga La fe, la confianza en Dios y el servicio, han sido la clave para que Olmedo Montagut salga todos los días en medio de la crisis sanitaria por la COVID-19, a cumplir su “compromiso con la sociedad” con la tranquilidad de que regresará sano a su casa, como el mismo lo expresó. Este hombre quien lleva más de 10 años como conductor de la empresa, hace parte del grupo de trabajadores que día a día salen en medio de la pandemia, para asegurarle el transporte a los usuarios. Antes de las 4 de la mañana, cuando sale a su primer turno, se encomienda a Dios y aplica todos los cuidados para evitar un posible contagio. “No es fácil, quisiera uno acatar la norma de quedarse en casa, pero hace parte del compromiso que uno tiene con la familia y el sustento del hogar, así como el compromiso con la sociedad”, expresó el hombre de 42 años. Asegura sentirse “tranquilo”, ya que al llegar a su lugar de trabajo se lavar las manos, se aplica antibacterial, usa el tapaboca que la empresa le suministra y espera que el vehículo sea desinfectado, tarea que se extiende a todos los portales . Lo más difícil de estar trabajando en este tiempo para él, ha sido tener que llegar a su casa y no poder abrazar a su esposa e hijos, “Nos ha sido difícil porque siempre nos abrazábamos, el beso y nos saludamos. Ahora me quito los zapatos afuera, paso derecho al baño a bañarme a lavar la ropa y las botas y ahí sí puedo tener contacto con ellos”.
  Fuente: El Heraldo Imagen: Archivo El Heraldo Ver artículo original Volver a página de inicio]]>