Estudio aborda los diferentes tipos de shocks que la interrumpen en función de su impacto y duración
Las intrincadas redes de producción de las cadenas de valor se diseñaron en función de la eficiencia, el costo y la proximidad a los mercados, pero no necesariamente en función de la transparencia o la resistencia. Pero ahora están funcionando en un mundo en el que las perturbaciones son frecuentes. Promediando entre las industrias, las empresas pueden ahora esperar que las interrupciones de la cadena de suministro que duran un mes o más ocurran cada 3,7 años, y los eventos más severos tienen un gran costo financiero, revela una nueva investigación del McKinsey Global Institute.
El análisis explora ellos tipos de shocks que enfrentan muchas empresas en las cadenas de valor de producción de bienes mientras intentan controlar el riesgo. Que quede claro, no los continuos desafíos empresariales, sino aquellos más profundos como las crisis financieras, el terrorismo, las condiciones climáticas extremas y, por supuesto, también las pandemias.
Mayor frecuencia de shocks
La pandemia de coronavirus (Covid-19) ha provocado el mayor y más amplio choque en la cadena de valor de los últimos tiempos. Pero es sólo la última de una serie de interrupciones. En 2011, un gran terremoto y tsunami en Japón cerró las fábricas que producen componentes electrónicos para automóviles, deteniendo las líneas de montaje en todo el mundo. Unos meses después, se inundaron las fábricas de Tailandia que producían aproximadamente una cuarta parte de los discos duros del mundo. En 2017, el huracán Harvey (tormenta de categoría 4) en Texas y Louisiana, perturbó algunas de las mayores refinerías de petróleo y plantas petroquímicas de EE.UU.
De acuerdo con el análisis, esto es más que una racha de mala suerte, ya que los cambios en el medio ambiente y en la economía mundial están aumentando la frecuencia y la magnitud de los shocks. Cuarenta desastres meteorológicos en 2019 causaron daños que superan los US$1.000 millones cada uno, y en los últimos años, el costo económico causado por los eventos más extremos ha ido en aumento.
La proporción del comercio mundial realizado con los países clasificados en la mitad inferior del mundo en cuanto a estabilidad política, según la evaluación del Banco Mundial, aumentó del 16% en 2000 al 29% en 2018; además, la mayor dependencia de los sistemas digitales aumenta la exposición a una amplia variedad de ciberataque; y también las cadenas de suministro interconectadas y los flujos globales de datos, finanzas y personas generan la rápida expansión de los efectos dominó.
Catástrofes y perturbaciones
El estudio clasifica los diferentes tipos de shocks en función de su impacto, el tiempo de duración y la frecuencia de aparición. El impacto de un shock puede verse influido por la duración de la misma, los efectos de onda expansiva que tiene en las distintas geografías e industrias, y por el hecho de que afecte sólo a la oferta o también a la demanda.
El análisis revela cuatro grandes categorías de perturbaciones. Las catástrofes son eventos históricamente notables que causan billones de dólares en pérdidas. Algunas son previsibles y tienen plazos relativamente largos, mientras que otras son imprevistas. Las pautas y probabilidades más amplias pueden orientar la preparación general; por ejemplo, los huracanes azotan el Golfo de México todos los años. Pero la manifestación de un evento específico puede golpear con poco o ningún aviso. Esto incluye algunas calamidades que el mundo ha evitado hasta la fecha, como un ciberataque a los sistemas globales fundamentales.
Las perturbaciones son eventos graves y costosos, aunque en menor escala que las catástrofes. También pueden dividirse en aquellas que telegrafían su llegada con antelación (como las controversias comerciales entre los Estados Unidos y China) y acontecimientos imprevistos como violaciones de datos, retirada de productos, perturbaciones logísticas y accidentes industriales. Las perturbaciones no causan las mismas pérdidas económicas acumuladas que las catástrofes.
Las empresas tienden a centrar gran parte de su atención en la gestión de los tipos de perturbaciones que encuentran con más frecuencia, que el estudio clasifica como “perturbaciones imprevistas”, pero otros tipos de shocks que ocurren con menor frecuencia podrían infligir mayores pérdidas y también deben estar en el radar de las empresas. La pandemia del Covid-19 es un recordatorio de que los valores atípicos pueden ser raros, pero son posibilidades reales que las empresas deben considerar en su toma de decisiones.
Los cuatro tipos de crisis pueden interrumpir las operaciones y las cadenas de suministro, a menudo durante períodos prolongados. Durante la investigación se encuestaron a docenas de expertos en cuatro industrias (automotriz, farmacéutica, aeroespacial y de computadoras y electrónica) para comprender la frecuencia con que ocurren. Los encuestados informan que sus industrias han experimentado interrupciones materiales que duran un mes o más cada 3,7 años en promedio. En tanto, las interrupciones más breves se producen con mayor frecuencia.
Fuente: Mundo Marítimo
Imagen: Archivo Mundo Marítimo