El proyecto de infraestructura vial que conecta La Paz con Valledupar avanza a buen ritmo, según las declaraciones de los encargados de la obra. Con un 3% de avance en la construcción, superando el cronograma previsto del 2.6%, la obra promete mejorar significativamente la movilidad en la región. Sin embargo, las preguntas y preocupaciones sobre la ejecución y el impacto de esta carretera aún persisten, especialmente en lo que respecta a la comunidad afectada y la planificación de los tramos clave que aún están en proceso de definición.
Prioridades en la construcción
De acuerdo con las declaraciones de Deluque, representante de la contratista a cargo del proyecto, el Instituto Nacional de Vías (Invías) ha emitido una orden clara: priorizar dos tramos específicos. Estos son, desde la rotonda de La Paz hasta el kilómetro 5,700, antes del puente en el sentido La Paz-Valledupar, y desde el kilómetro 4,700 hasta el 2,048 en el sentido del puente hacia Valledupar. Estos segmentos han sido el foco principal de las labores actuales, mientras que otros componentes del proyecto, como el puente y la conexión con el barrio San Fernando, están pendientes de definición en conjunto con la Alcaldía de Valledupar.
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Aunque el avance en los tramos priorizados parece prometedor, la falta de definición sobre el puente y la llegada a San Fernando plantea dudas sobre la capacidad de cumplir con los plazos y la calidad esperada. La falta de comunicación clara por parte de la administración local solo agrava estas incertidumbres. A pesar de los intentos por obtener respuestas, la asesoría de Planeación de Valledupar, liderada por Laura Garrido, no ha dado declaraciones sobre las decisiones tomadas en relación con el paso de la vía por el barrio San Fernando, un tema que ha generado desacuerdos entre los residentes.
Detalles de la construcción
En cuanto a las actividades específicas en la obra, se están llevando a cabo excavaciones, llenado con terraplén hasta una altura de 1.5 metros, y la aplicación de subbase, lo que precede a la colocación de la base y el asfalto. Este tramo de carretera, que se extenderá a lo largo de 9.6 kilómetros, incluirá dos retornos, una berma y una ciclorruta bidireccional. Estos elementos no solo buscan mejorar la conectividad, sino también ofrecer opciones de movilidad sostenible para los ciclistas, un aspecto cada vez más relevante en la planificación urbana moderna.
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El proyecto, con un costo total de $116.381 millones, será parcialmente financiado con recursos de vigencias futuras. Aunque esta modalidad de financiación asegura la continuidad del proyecto, también plantea preguntas sobre la sostenibilidad y la gestión de los fondos a largo plazo. La comunidad local, que es la principal beneficiaria de esta infraestructura, también está atenta al desarrollo de la obra y al uso adecuado de los recursos asignados.
Controversias en el diseño
Uno de los aspectos más polémicos de la construcción es el ancho del separador de las calzadas. Mientras algunos ciudadanos, representados por la veeduría, consideran que debería oscilar entre 5 y 10 metros para garantizar una mayor seguridad y estética vial, la contratista ha aclarado que la separación será variable. Según la empresa, el ancho mínimo del separador será de 2 metros, aunque en algunas partes podrá alcanzar hasta 5 metros o más.
Este debate refleja una preocupación más amplia sobre la planificación y ejecución de obras públicas en Colombia, donde a menudo los criterios técnicos y las expectativas de la comunidad no coinciden. La falta de consenso sobre el diseño final del separador es solo un ejemplo de los desafíos que enfrenta este tipo de proyectos, en los que se deben equilibrar la eficiencia, la seguridad y el impacto social.
Fuente: El Pilón
