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¿Flota eléctrica en riesgo? Bogotá enfrenta el desafío del racionamiento de agua y energía

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Crédito Imagen: UnSplash

La capital colombiana, Bogotá, lleva meses enfrentando un reto mayúsculo: los racionamientos de agua derivados del Fenómeno del Niño, una situación que pone en alerta no solo el suministro de este recurso esencial, sino también el futuro energético de la ciudad. Las temperaturas elevadas han causado una disminución significativa en los niveles de los embalses, lo que no solo afecta el acceso al agua potable, sino también la capacidad de generar energía eléctrica, una fuente vital para la ciudad.

El alcalde Carlos Fernando Galán ha implementado medidas de racionamiento para mitigar los efectos de esta crisis, buscando salvaguardar la estabilidad de la ciudad frente al desabastecimiento. Sin embargo, la problemática va más allá de los embalses y los niveles de agua, pues la falta de una infraestructura adecuada para el suministro eléctrico también está causando preocupación. Hace varios años, expertos en el sector advirtieron sobre la creciente demanda de electricidad y la falta de avances en proyectos de transmisión que garantizaran el suministro a largo plazo. Entre ellos, Juan Ricardo Ortega, expresidente del Grupo de Energía de Bogotá, fue uno de los primeros en señalar la inminente crisis energética que podría enfrentar la ciudad.

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Aunque Bogotá ha apostado por la transición hacia un transporte público más sostenible, adoptando una flota de buses eléctricos que forman parte del Sistema Integrado de Transporte Público (SITP), la realidad es que esta migración hacia tecnologías cero emisiones está en riesgo debido a la falta de una planificación adecuada. Si bien el acuerdo Distrital 811 de 2021 fue una señal positiva al promover la movilidad sostenible, es fundamental preguntarse si la ciudad está realmente preparada para sostener este cambio en un escenario de racionamientos de energía y agua.

El concejal Acosta ha sido uno de los principales críticos en este tema. Si bien aplaude la electrificación del transporte público, que actualmente beneficia a unos 500.000 usuarios y evita la emisión de más de 94.300 toneladas de CO2 al año, también cuestiona la capacidad del sistema para mantener la operación de estos buses en medio de la crisis energética. Enel, una de las empresas encargadas de suministrar energía al SITP, cuenta con seis patios de recarga que abastecen las 24 horas a más de 1.485 buses eléctricos. Sin embargo, si se llegara a implementar un racionamiento energético, ¿cómo afectaría esto la capacidad de recargar los vehículos?

Acosta señala que, aunque el transporte eléctrico es una solución que contribuye a mitigar los efectos del cambio climático, es fundamental entender cuántos recursos se requieren para su funcionamiento. “¿Cuántos metros cúbicos de agua se necesitan diariamente para recargar más de 1.485 buses eléctricos?”, se pregunta el concejal, destacando la importancia de tener claridad sobre la relación entre el suministro de agua y la generación de electricidad.

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El debate se vuelve aún más relevante cuando se considera la posibilidad de que la ciudad enfrente racionamientos constantes de agua y energía, afectando no solo a los ciudadanos, sino también a la operación del transporte público. Aunque el avance hacia la sostenibilidad es clave para el futuro de Bogotá, las preguntas sobre la infraestructura y la planificación a largo plazo siguen sin respuesta.

El concejal concluye con una reflexión contundente: “Bienvenidos los vehículos eléctricos a la ciudad, pero la administración debe explicarnos cómo se garantizaría la transferencia de energía para recargar estos vehículos sin comprometer el suministro de agua y energía para los ciudadanos. No podemos darnos el lujo de caer en racionamientos semestrales que paralicen la ciudad”.

En medio de este complejo escenario, queda claro que Bogotá enfrenta un doble desafío: mantener su avance hacia la movilidad sostenible sin comprometer su estabilidad energética y de recursos hídricos.

Fuente: Consejo de Bogotá