Transporte

Carro propio o compartido, ¿para dónde va Bogotá?

El sueño de ahorrar para tener carro propio se está transformando en el mundo. Algunas personas, incluso, lo abandonan del todo y optan por vivir del carro compartido, el transporte público y la bicicleta, porque tener carro se ha hecho costoso y difícil ante los trancones y restricciones para circular. No es algo exclusivo de […]

El sueño de ahorrar para tener carro propio se está transformando en el mundo. Algunas personas, incluso, lo abandonan del todo y optan por vivir del carro compartido, el transporte público y la bicicleta, porque tener carro se ha hecho costoso y difícil ante los trancones y restricciones para circular.

No es algo exclusivo de países europeos, Canadá o Estados Unidos, donde la tenencia de vehículos está cayendo en picada, así como la expedición de licencias de tránsito, sino que ya hay algunos síntomas de que es una tendencia en Bogotá, aunque muy tímida.

 

La primera señal es el auge de ciclistas en la ciudad: hoy se hacen, según la Alcaldía, más de 670.000 viajes a diario en bicicleta (aumentó el 138 por ciento en 10 años, desde el 2005).

Otro es la acogida de aplicaciones móviles que ofrecen servicios de transporte o que incluso crean comunidades para compartir el carro, pese a las polémicas por la ilegalidad de los servicios que algunas ofrecen. También hay otras que ofrecen llevar el mercado y otras compras a domicilio. (Lea: Seis cosas que debe saber, si lo detiene un policía de Tránsito)

Pero el más diciente es que, si bien el parque automotor aumenta todos los años al igual que la población, el número de carros particulares que se matricula en Bogotá anualmente no ha podido superar la cifra de los 203.000 vendidos que hubo en el 2005. La expedición de matrículas de ese tipo se ha mantenido por debajo de esa cifra durante una década.

Por otra parte, las políticas públicas de la ciudad tienden cada vez más a desestimular el uso del carro privado, por una sencilla razón: no hay espacio para tantos carros. Que lo digan los dueños de los 1,89 millones de vehículos particulares (el 92,7 por ciento del total del parque automotor de la ciudad) que viven el trancón a diario.

Esos conductores además se sienten acorralados por el pico y placa y las amenazas de la implantación de cobros por congestión y por estacionamiento, e incluso por las multas que les acarrea la ocupación del carril preferencial para buses en la carrera 7.ª, o los exclusivos para bicicletas.

Incluso, el mismo Distrito intentó crear una zona de carro compartido en el centro, pero fracasó ante la falta de control.

A esto se suma la frustración por las averías que sufren los carros ante el mal estado de las vías que, como ya lo dijo el mismo Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), tiene poco pronóstico de mejoría ante el déficit presupuestal de la capital.

El mundo y nosotros

Las ciudades son similares a las empresas: las ineficiencias se atajan. En movilidad, hacer vías atrae más carros y estas terminan embotellándose. Además, son costosas de construir y no traen beneficios ambientales. Por eso algunas estimulan el carro compartido. Como lo plantea el grupo Despacio, estudioso del tema, por cada carro compartido salen 7 de circulación.

Urbes como Calgary (Canadá) están camino a implementar un carril exclusivo para carros compartidos (carpool lane) y sacarlos del embotellamiento.

En Francia han prosperado negocios como el de Autolib, que alquila vehículos eléctricos y dispone de estacionamientos para que los conductores le entreguen las llaves al siguiente usuario, por una tarifa baja.

De hecho, en Estados Unidos donde se consiguen automóviles a muy bajo costo, se ha dado una caída del 20 por ciento en la compra desde el 2007, según Arjan Schüte, uno de los colaboradores de la revista Forbes.

Ahí también han florecido iniciativas como el de Birdj, un servicio de transporte colectivo que diseña su ruta en tiempo real según las solicitudes hechas por pasajeros potenciales a través de sus celulares y computadores. (Lea: Trancones en cra. 11 no son nuevos; zona es altamente congestionada’)

“La gente tiende a racionalizar el uso del carro, porque su uso no es eficiente: Se compra y se desvaloriza, luego se usa solo durante el 10 por ciento del día y se queda parqueado el 90 por ciento restante”, anota Darío Hidalgo, de la firma de transporte Embarq.

¿Pero las tenues señales de Bogotá son suficientes para imaginar un futuro próximo en Bogotá en el que la gente renuncie a la propiedad?

Según Carlosfelipe Pardo, experto en movilidad de Despacio, aún estamos lejos de eso. “En Europa, la propiedad no tiene tanta relevancia como en Latinoamérica, pero aquí hay una cultura muy arraigada sobre el estatus que da tener vehículo”, explicó. (Lea: En 15 días se sabrá qué pasa con la carrera 11)

Por otra parte, los cobros por congestión y por estacionamiento no han pasado de ser proyectos, pues el Concejo de Bogotá los ha hundido. “La misma Alcaldía es tímida. Una empresa propuso quitarle el pico y placa a un grupo de vehículos para hacer un modelo de carro compartido, pero la Secretaría se negó a hacerlo”, explicó Pardo.

 Fuente: El Tiempo

Fotografía: Pixabay

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