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Convenio multimillonario facilitará el transporte a miles de estudiantes en Bogotá

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Crédito Imagen: Alcaldía de Bogotá

El Sistema Integrado de Transporte de Bogotá (Sitp) sigue consolidándose como una de las piezas clave para la movilidad de los ciudadanos de la capital. En una nueva iniciativa orientada a beneficiar a los estudiantes en condiciones de vulnerabilidad, la Secretaría Distrital de Movilidad y la Agencia para la Educación Superior (Atenea) han firmado un convenio que destina más de 2.064 millones de pesos para apoyar a 10.000 jóvenes del programa distrital “Jóvenes a la E”.

El acuerdo, que tiene como objetivo aliviar la carga económica del transporte para estos estudiantes, permite la recarga de tarjetas “Tullave” con las que los beneficiarios podrán realizar hasta 20 viajes dobles al mes. Esto significa que los estudiantes podrán movilizarse desde sus hogares hasta sus centros educativos y regresar, sin tener que pagar pasajes adicionales o recurrir a medios alternativos para acceder al sistema. Este esfuerzo por garantizar el acceso al transporte está enfocado en disminuir la deserción escolar y asegurar que los jóvenes en situación de vulnerabilidad tengan una razón menos para abandonar sus estudios.

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Para ser elegibles, los estudiantes deben cumplir con una serie de requisitos: estar matriculados en programas académicos, ya sea de forma presencial o virtual, y estar registrados en el Sisben, en los grupos que van desde el A01 al B07. Estos criterios aseguran que los recursos sean dirigidos a quienes más lo necesitan y que se mantenga la transparencia en la asignación de los beneficios.

Inversión estratégica para el futuro educativo

Víctor Saavedra, director de la Agencia Atenea, destacó la importancia de este acuerdo, afirmando: “El valor total del convenio es de 2.064 millones de pesos, de los cuales Atenea aporta 2.000 millones y TransMilenio S.A. contribuye con 64 millones en especie, destinados a campañas de socialización y sensibilización en cultura ciudadana”. Estos fondos no solo cubren los costos de transporte, sino que también buscan generar un impacto positivo en el comportamiento ciudadano dentro del sistema de transporte público.

La Secretaría de Movilidad tiene la tarea de hacer seguimiento y control de los estudiantes beneficiarios, asegurando que estos utilicen las recargas de manera correcta y que los recursos no sean aprovechados por terceros con fines comerciales. Adicionalmente, se estipula que los estudiantes que deseen acceder al beneficio no deben haber sido reportados por malas conductas en TransMilenio ni tener anotaciones legales o sanciones pendientes.

¿Es suficiente esta medida?

Este tipo de alianzas entre el sector público y privado refleja una preocupación por los altos índices de deserción escolar, que en muchos casos se relaciona directamente con la falta de recursos para cubrir necesidades básicas, como el transporte. Sin embargo, la pregunta que surge es si este esfuerzo económico será suficiente para hacer frente a todos los factores que contribuyen a la deserción.

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La movilidad es un aspecto clave, pero los jóvenes enfrentan también otros desafíos como la falta de recursos para materiales educativos, alimentación y apoyo psicológico. Si bien esta medida es un paso en la dirección correcta, no debe ser la única solución para frenar el abandono escolar. Tal vez sea necesario implementar programas complementarios que aborden de manera integral las barreras que enfrentan los estudiantes en condiciones vulnerables.

¿Qué sigue para el sistema de transporte y los estudiantes?

El convenio se extenderá hasta el 30 de julio de 2025, lo que proporciona tiempo suficiente para evaluar su impacto real. Las autoridades locales esperan que este tipo de incentivos no solo mejore el acceso a la educación, sino que también motive a aquellos jóvenes que han abandonado sus estudios por razones económicas a reconsiderar su decisión y regresar a las aulas. Además, al promover el uso del transporte público, se busca fomentar una cultura de movilidad sostenible entre las nuevas generaciones.

En definitiva, aunque la iniciativa es aplaudida por su potencial para aliviar uno de los problemas más urgentes que enfrentan los estudiantes en Bogotá, queda la duda sobre su capacidad para abordar otros aspectos que también influyen en la deserción. Solo el tiempo dirá si este convenio es el primer paso hacia una solución más integral para los estudiantes vulnerables de la capital.

Fuente: Revista Semana