Se tendrían en cuenta medidas que den señales más certeras del IPC para decisiones de política monetaria.
En línea con los ajustes metodológicos que realizó en 2019 el Dane sobre el Índice de Precios al Consumidor (IPC), en los que se buscaba incluir los cambios sociales y económicos observados, así como ajustar los productos que se miden en la canasta teniendo en cuenta lo que está consumiendo la gente para medirlo con mayor precisión, el Banco de la República estaría preparando cambios en la manera cómo analiza la inflación.
Aunque el Emisor no ha hecho pública dicha comunicación, este se reunió con analistas del sector a finales de febrero para darles a conocer algunos ajustes que empezaría a implementar a partir del segundo semestre de este año.
Los cambios de la manera en cómo analiza la inflación el equipo técnico del Banco Central estarían enmarcados bajo tres ejes: nuevas canastas de medición del IPC, ajustes en las métricas de inflaciones básicas y modificaciones en la encuesta de expectativas a los analistas.
Previo a revisar de manera detallada los cambios, cabe señalar que actualmente la canasta de medición de IPC que analiza el Emisor contiene las categorías de alimentos (con comidas fuera del hogar – CFH) y sin alimentos. De este último renglón, hacen parte los rubros transables, no transables y regulados.
Según explica un informe del equipo de Investigaciones Económicas del Banco de Bogotá, aunque se mantienen las dos clasificaciones principales, “una diferencia obedece a que el primer rubro (alimentos) ahora no contemplará la comida fuera del hogar, cuando la metodología anterior sí la contenía.
Con este cambio, el peso del rubro pasa de casi 24% a 15%, mientras que el peso del componente sin alimentos pasa de 76% a 85%. Además, esta última clasificación ya no se dividiría en transables, no transables y regulados, sino que los dos primeros fueron sustituidos por bienes y servicios, mientras que regulados continúa”.
De acuerdo con José Ignacio López, director de Investigaciones Económicas de Corficolombiana, “la canasta de bienes son todos aquellos productos que son mucho más susceptibles a movimientos de precios por variaciones de tipo de cambio y los servicios son aquellos que por su naturaleza no transables tienden a ser más inmunes al tipo de cambio”.
Respecto a por qué las comidas fuera del hogar (CFH) ya no son tenidas en cuenta dentro de la categoría de alimentos, sino en el rubro de servicios, comentó que una de las razones de dicho ajuste está relacionado a que las CFH “recogen mucho la operatividad de restaurantes y demás establecimientos, y ahí hay un valor agregado de componente que corresponde más de servicios y que no depende solo de los precios de los alimentos”.
Cabe decir que de acuerdo con la presentación que le hizo el Emisor a los analistas, otro de los cambios más importantes (aparte del de las CFH), tiene que ver con que la educación preescolar, básica y media sale de transables (servicios) y entra a regulados.
Según detalla el informe en mención del equipo del Banco de Bogotá, el segundo ajuste tiene que ver con el análisis de las mediciones básicas. “Hasta el momento, el Banco de la República analizaba cuatro métricas núcleo que son: 1) sin alimentos; 2) sin alimentos y regulados; 3) sin alimentos, servicios públicos y combustibles; y 4) núcleo 20 (…) y ahora lo reduciría a tres”, indica.
Cabe explicar que el núcleo 20 excluye el 20% más volátil de los bienes y servicios de la canasta del IPC.
En línea con lo anterior, el Emisor reduciría su análisis a tres medidas básicas, “conservando las dos primeras con la nueva definición de alimentos, mientras que la núcleo 20 pasará a ser núcleo 15”, detalla el texto.
Para Juan David Ballén, director de Investigaciones Económicas de Casa de Bolsa, este tipo de ajustes van a permitir “tener unas cifras más veraces de cómo están cambiando los precios en el país (…) Todo al final es un factor positivo y contribuye a que las decisiones de política monetaria sean mejores”.
Siguiendo con el tercer cambio que se estaría planteando hacer el Banco Central desde el segundo semestre de este año, como ya se había citado, está relacionado a la encuesta de expectativas que este realiza.
“Las preguntas del sondeo sobre inflación sin alimentos excluirán estos bienes pero, en adelante, tomarán en cuenta la comida fuera del hogar. Además, de forma trimestral, incluirá preguntas sobre PIB y tasas de interés y sus resultados estarán en el Informe de Política Monetaria (IPM)”, resalta el equipo de Investigaciones Económicas del Banco de Bogotá.
Para Alejandro Reyes, economista de Bbva Research, los cambios que se plantean “le sirven mucho al Banco para caracterizar de una manera más acertada las dinámicas de inflación”.
Por su parte, Daniel Velandia, gerente de Investigaciones Económicas de Credicorp Capital, recordó que se debe tener claridad de quién calcula la inflación es el Dane y no el Banco. Este último lo que hace “es monitorear una serie de indicadores que le dan indicios de cómo están las presiones inflacionarias en general en la economía y si la demanda interna en particular puede estar teniendo un efecto sobre los precios”, agregó.
Así las cosas, comentó que lo que anunció el equipo técnico del Emisor “básicamente es un cambio en la metodología de estimar o calcular las medidas de inflación básica, que son las que los miembros de la Junta Directiva del Banco de la República monitorean permanentemente para tomar decisiones de política monetaria”.
Por último, cabe decir que el rango meta de la inflación es uno de los factores principales que revisan los bancos centrales del mundo para definir si suben o bajan las tasas de interés en la economía.
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