Los cuatro desafíos más grandes para las 4G (además de Odebrecht)
El programa de concesiones de Cuarta Generación (4G) y el desarrollo de otros proyectos viales –cuyo valor asciende a $47 billones– pasa por uno de los momentos más críticos. Además del impacto que generó el escándalo de corrupción de Odebrecht, otros aspectos se han convertido en “asuntos” pendientes. Esto ha hecho que la tercera parte de las carreteras que están en obra presenten serias dificultades y problemas estructurales; ello generará retrasos e, incluso, existe la posibilidad de que algunos contratos no salgan adelante.
Sin duda, el escándalo por las denuncias de corrupción de Odebrecht generó nuevas dificultades coyunturales, en especial para el cierre financiero de proyectos, y por los efectos que tuvo en dos obras emblemáticas en las que estaba participando esta multinacional brasilera: el segundo tramo de Ruta del Sol y la navegabilidad del Río Magdalena.
Este escándalo de corrupción minó la confianza de los bancos, particularmente los locales, que vieron amenazados los recursos financieros que estaban destinando a este sector. Lo que afana es el impacto en la cartera por cuenta del riesgo reputacional que no estaba calculado. Todo eso puso a los bancos a la defensiva –dada la composición de la estructura de financiación de 30% equity y 70% deuda, en promedio– y además están más recelosos a la hora de desembolsar recursos para los proyectos que tienen los cierres financieros definitivos.
De hecho, aunque la Financiera de Desarrollo Nacional (FDN) mantiene su optimismo sobre el cronograma de los proyectos y espera que este año al menos 10 –por un valor cercano a los $16 billones– tengan cierre financiero –que se sumarían a los 8 que ya lo lograron–, para algunos representantes del sector bancario, el escándalo podría retrasar en cerca de un año el cronograma de desarrollo de los proyectos.
Por otro lado, se mantienen problemas estructurales, pues 9 de 31 proyectos que están en proceso tienen dificultades y muchos de ellos controversias con la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI). Así, además de los líos coyunturales por el caso Odebrecht, también hay consideraciones estructurales: dificultades en la compra de los predios, controversias en el traslado de redes de servicios públicos, demoras en la negociación de las consultas previas y en el trámite de las licencias ambientales; así, la discusión acerca de estudios y diseños imperfectos y hasta los papeles que cumplen los interventores sigue siendo el pan de cada día en el sector. Estos inconvenientes no tienen nada que ver con el escándalo de corrupción de Odebrecht, son temas de vieja data.
Aunque el panorama parece bastante lúgubre, “hay cosas que están saliendo bien”, dice el representante de uno de los consorcios más grandes del país. Gobierno, bancos, financiadores y constructores avanzan en estrategias y buscan soluciones para recuperar la confianza en el sector de infraestructura y lograr que el programa tenga una nueva dinámica y alcance sus cierres financieros.
Iniciativas desde el punto de vista jurídico y legal, incluso con la presentación de un proyecto de ley en el Congreso para dar claridad sobre qué sucedería en una eventual nulidad de un contrato que estuviera en ejecución –como Ruta del Sol II–, o el interés de bancos y fondos internacionales en los proyectos en Colombia, dan una señal de optimismo frente al tsunami que generó el caso Odebrecht en la región, que ha paralizado obras en Brasil, Perú y algunos proyectos en Centroamérica.
“No para todos, pero sí hay interés internacional y mucho. Si las cosas funcionan, para junio podría darse un cierre de gran tamaño y una transacción enorme con participación de un número grande de bancos locales, pero también internacionales que no han hecho aún apuestas en Colombia. Los bancos de financiación de proyectos internacionales tienen a nuestro país en la mira, y eso es bueno”, agrega un banquero de inversión.
Según él, hoy los bancos locales están un poco asustados. “Creo que hay que darles espacio y, si hay un cierre grande de una transacción significativa, esto se va a reactivar”, añade. Sin embargo, es claro que la llegada de recursos internacionales van al mismo paso con la dinámica de los locales.
Para el país es fundamental que el proceso se destrabe y logre avanzar, pues es una de las locomotoras para dinamizar una economía que en los tres primeros meses de este año tuvo apenas un crecimiento de 1,2%. De hecho, según cálculos del Ministerio de Hacienda, las obras en ejecución deberían adelantar operaciones por unos $9 billones, que representarían casi medio punto de crecimiento a la economía. Sin duda, el desarrollo de la infraestructura, en especial la privada, ha sido clave: en 2011 fueron $3,1 billones y en 2016 se duplicaron al llegar a $6,4 billones. Para este año se espera una inversión privada en infraestructura de $7,8 billones.
Falta definir un salvavidas para dar confianza a los bancos locales, concretar el interés del sector financiero internacional y resolver problemas estructurales.
Esta es una mirada a cada uno de los problemas y posibilidades de este ambicioso programa vial, que es una de las apuestas duras del gobierno Santos.
Fuente: Revista Dinero
Imagen: Archivo Revista Dinero