SEÑOR DIRECTOR:
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En el ‘Foro del lector’ encontramos comentarios que se refieren al gran alud en la carretera Panamericana y otro referido a las 8.358 muertes el año pasado en los corredores viales de Colombia. Nuestro país es valioso por su amplia y rica diversidad geográfica, en la cual, a su vez, alojamos gran diversidad étnica y cultural. Pero parece que nos ha quedado grande el manejo de este bello territorio. Si sabemos que en la cordillera Occidental subyace la falla Romeral, ¿no eran previsibles las catástrofes que han afectado el Eje Cafetero, a Popayán, y ahora a la carretera Panamericana? En este espacio hemos sugerido la implementación de transporte multimodal, para que los diferentes medios se complementen.
Mirando hacia el pasado notamos que venimos de más a menos. Tuvimos una empresa que se llamaba Navenal, con transporte fluvial en los grandes ríos. Tuvimos 3.700 km para ferrocarriles. También, 300 km de cables aéreos entre Mariquita-Manizales y Gamarra-Ocaña. Es por esto que hablar de estos medios no debe suscitar oposición sino, más bien, apoyo.
Fidel Vanegas Cantor
‘No más luto en la carretera’
SEÑOR DIRECTOR:
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Me refiero a su editorial ‘No más luto en la carretera’. Es una tristeza el total descontrol del tráfico en nuestro país. No existe ningún político que tenga la fuerza testicular para crear leyes de tráfico que involucren policía, radares para monitorear velocidad, así como el comportamiento de los diferentes actores: peatones y conductores, con cárcel para los que continúan burlándose de las normas de tránsito. Tenemos que aprender mucho de los países industrializados, donde manejar es un privilegio.
Los políticos salen con ridículas leyes como el kit que tienen que llevar los carros, la mayoría de la gente no sabe de mecánica, y si son adultos mayores, sí que menos. Las muertes continuarán mientras el Gobierno no tome total control de las carreteras.
Gerardo Velásquez
Que pare el horror
SEÑOR DIRECTOR:
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Estremece la información en este diario acerca del bombardeo de Rusia sobre civiles en Ucrania. Un misil Kh-22, que uno no sabe qué significa, solo que es de un poder de muerte y destrucción impresionante, fue lanzado sobre un edificio de apartamentos llenos de familias. Se contabilizaban 30 muertos y más de 73 heridos y varios desaparecidos. Es un horror. El hecho es que Putin está atacando a los civiles, en sus casas, cometiendo crímenes de guerra sin contemplación, seguramente a ciencia y paciencia. ¿Nadie lo puede detener? Todas las democracias del mundo deben buscar parar la tragedia. Que se incrementen al menos las expresiones de rechazo, diarias y masivas, por todos los medios.
Pero, además, los rusos quieren destruir las instalaciones energéticas y las fuentes de vida. Se han visto filas de gente procurando conseguir agua. ¿Estos no son crímenes contra el Derecho Internacional Humanitario? Qué tristeza, qué impotencia. ¿Cómo podrán conciliar el sueño los valientes ucranianos, cuando saben que del cielo llueven misiles sin piedad? No más, por favor.
Lucila González de M.
Fuente: El tiempo
Imagen: Servicities