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Sacyr busca nuevos horizontes

A dos meses de acabar las obras en Panamá, la constructora se aferra a los pedidos El Corte Culebra, la franja de 13 kilómetros excavada por el hombre que atraviesa la cordillera central de Panamá para conectar el Atlántico con el Pacífico, ya está lista para que transiten por ella los buques “neopanamax”, con capacidad […]

A dos meses de acabar las obras en Panamá, la constructora se aferra a los pedidos

El Corte Culebra, la franja de 13 kilómetros excavada por el hombre que atraviesa la cordillera central de Panamá para conectar el Atlántico con el Pacífico, ya está lista para que transiten por ella los buques “neopanamax”, con capacidad para transportar 13.000 contenedores. Sacyr, que encabeza el consorcio constructor (Grupo Unidos por el Canal) para dotar de esclusas el “tercer carril” de la vía de comunicación marítima, hace la cuenta atrás para la inauguración, prevista para el 26 de junio. El 98% del proyecto para abrir el tercer juego de esclusas del canal ha sido ejecutado: 40.000 obreros han dejado su huella desde que comenzaron las obras, en 2007. Ha sido un hito en la historia de la ingeniería civil y un calvario de retrasos, problemas, huelgas y enormes sobre-costes: la cuenta supera los 3.600 millones de dólares, por encima de los 3.118 millones del presupuesto inicial.

Al menos formalmente, la tensión entre el consorcio y el Gobierno panameño en el que también participan Impregilo de Italia, Jan de Nul (Bélgica) y Cusa (Panamá), parecen haberse disuelto. “Las relaciones son buenas”, zanja una portavoz de la constructora Española. Sin embargo en los despachos sigue la batalla para que Panamá reconozca al consorcio los gastos extraordinarios. Existen tres vías de reclamación establecidas en el contrato: una directa ante el Gobierno; una segunda ante la Junta de Resolución de Conflictos o DAB, donde se dirimen sobre-costes de 2.300 millones y el arbitraje internacional, la vía con más recorrido en la que, hasta ahora, sólo se ha presentado una única reclamación de 281 millones. “Asumimos que va a ser un proceso dilatado”, admite la española.

La obra ha supuesto un punto y aparte en la historia de la compañía. La empresa que preside Manuel Manrique ha pasado unos años muy complicados tras la pelea con las autoridades panameñas —en la que tuvo que mediar la ministra de Fomento, Ana Pastor— y ha tenido que soportar una dura re-estructuración. Ha cambiado su perfil de negocio; ha rebajado la deuda, ahora de 4.180 millones frente a los más de 18.000 que tenía a finales de 2007; y ha conseguido una cartera de pedidos de 5.062 millones sólo en construcción.

Su facturación crece: avanzó un 8,5%, hasta los 2.948 millones de euros, el año pasado. Pero sigue sin levantar cabeza en Bolsa. La venta del 77% de Testa a Merlin Properties el año pasado puede haber compensado las minusvalías por su participación del 8,48% en Repsol, pero la situación está lejos de resolverse: el precio de la acción está en 1,7 euros cuando el valor objetivo según los analistas debería elevarse a 2,4 euros.

 

Fuente: El país 

Fotografía: El país 

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