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Taxis colectivos, un transporte ilegal difícil de controlar

El uso de taxis colectivos, que propuso autorizar el alcalde de Bogotá Gustavo Petro a finales de julio, para que fueran más competitivos frente a servicios como los Uber, son un fenómeno ilegal difícil de controlar para las autoridades de tránsito de ciudades como Medellín, Cali, Barranquilla y Cartagena, entre otras capitales. Los llamados ‘taxis […]

El uso de taxis colectivos, que propuso autorizar el alcalde de Bogotá Gustavo Petro a finales de julio, para que fueran más competitivos frente a servicios como los Uber, son un fenómeno ilegal difícil de controlar para las autoridades de tránsito de ciudades como Medellín, Cali, Barranquilla y Cartagena, entre otras capitales.

Los llamados ‘taxis colectivos’ seleccionan ciertas rutas estratégicas de las ciudades, embarcan a grupos de cuatro o cinco pasajeros en distintos puntos del trayecto y les cobran tarifas individuales iguales o ligeramente mayores a las de un bus, dependiendo de la distancia recorrida.(Lea también: ‘Es más rápido y no damos tanta vuelta’: taxista)

En la misma Bogotá hay taxistas que principalmente en horas pico funcionan como ‘colectivo’ en sectores aledaños a estaciones de TransMilenio, para mover a los usuarios del sistema a sitios cercanos. A la altura de la estación El Virrey, por ejemplo, un grupo de 40 taxistas hace recorridos hasta el parque de la 93 y le cobran 1.500 pesos a cada pasajero.

Aunque en Bogotá operan informalmente como medio ‘complementario’ al TransMilenio, en otras capitales los taxis colectivos ya afectan las finanzas del transporte legal y han ido en constante crecimiento. Las autoridades de tránsito estiman que en Medellín y Barranquilla funcionan unos 20 recorridos en cada una. En Cali hay por lo menos 18, y en Cartagena se han identificado 5. En Pereira, Armenia y Bucaramanga también operan. (Además: ‘No puedo esperar tanto al MIO’: pasajera de Cali)

El fenómeno ha tomado tal dimensión que para las autoridades de tránsito en la capital del Valle serían unos 800 taxistas los que trabajan como colectivos, lo que le estaría representando al MIO una pérdida diaria de 10.000 pasajeros.

Según Juan Gonzalo Merino, presidente de la Asociación de Transportadores del Valle de Aburrá, solo en las comunas Belén y Manrique, en Medellín, unos 80.000 usuarios acuden al transporte informal –taxis colectivos y vehículos particulares que prestan el servicio– cada día, pese a que allí hay 3.866 buses de esa empresa y 270 alimentadoras del Metro.

En la capital antioqueña se han endurecido los controles. Mientras que entre enero y agosto del 2013 las autoridades de tránsito hicieron 76 operativos de control y multaron a 398 taxis colectivos, en lo que va de este año han hecho 212 controles e impuesto 880 comparendos.

En Barranquilla, de otro lado, de los 1.800 taxis que las autoridades han inmovilizado este año por distintas infracciones, 1.080 han sido detenidos por prestar el servicio colectivo.

Ponerle freno al fenómeno no es tarea fácil. En Cartagena, por ejemplo, el problema en que se han visto inmersos los agentes de tránsito es que los pasajeros se ponen de acuerdo para decir que son de una misma familia.

Y el director de movilidad del Instituto de Tránsito de Pereira, Carlos Rojas, afirmó que el fenómeno existe en toda la ciudad, pero es muy difícil controlarlo porque se “oculta” fácilmente. “Si cuatro personas se ponen de acuerdo para tomar un taxi en un sitio, pueden pasar como amigos que van para el mismo lado”, dijo.

Aumentan la congestión

El doctor en economía Daniel Toro, investigador del Instituto de Estudios para el Desarrollo de la Universidad Tecnológica de Bolívar en temas de transporte, explicó que el fenómeno se debe principalmente “al mal funcionamiento de los sistemas de transporte público”.

“Las fallas en los sistemas de transporte público colectivo llevan al aumento de la demanda por medios de transporte alternativos, lo cual, sumado a las restricciones presupuestales que impiden hacer del taxi un sustituto cercano de los buses, se constituye en el caldo de cultivo para nuevas alternativas como los taxis colectivos, moto-taxis, entre otros”.

Toro advirtió que por las bajas velocidades que implementan en buena parte de sus recorridos mientras buscan pasajeros, los taxis colectivos también terminan aumentando la congestión y reducen las velocidades de desplazamiento en las vías.

“La recomendación para las ciudades es que los controles de tránsito no bastan; deben preocuparse más por implementar sistemas de transporte público colectivo eficientes”, concluyó.

Usuarios lo aprueban

En Bogotá, cerca de la estación El Virrey de TransMilenio, usuarios del servicio consultados por EL TIEMPO se muestran satisfechos con los taxis colectivos, pues aseguran que es un servicio rápido y económico. Es el caso de Paulo Rodríguez, quien los utiliza dos veces por semana, ya que no hay transporte público que lo acerque a su sitio de trabajo, a pocas calles. En Bogotá los taxis colectivos cobran tarifas que oscilan entre los 1.500 y 2.000 pesos, y en cada ruta corta se ganan al menos 6.000 pesos, 2.400 más que en una carrera mínima.

Fuente: El Tiempo

Fotografía: Wikipedia

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