Una tensa calma se apodera de la Vía Panamericana, uno de los principales corredores viales del país, mientras el Movimiento Aiso, que agrupa a diversas comunidades indígenas como los misak, pijao y nasa, amenaza con bloquear esta importante ruta que conecta el suroriente con el centro de Colombia. La situación se ha convertido en un punto de inflexión para el gobierno, que busca evitar a toda costa un nuevo conflicto social que podría tener repercusiones significativas para la movilidad y la economía del país.
El Ministerio del Interior ha reiterado su disposición al diálogo con estas comunidades, subrayando que la única salida viable es a través de la concertación y no mediante acciones de hecho. En un comunicado oficial, el ministerio convocó a los movimientos indígenas a participar en un espacio de diálogo en el que se pueda analizar la viabilidad legal de sus propuestas. Sin embargo, también dejó claro que cualquier modificación en los procedimientos legales, como el reconocimiento del Movimiento de Autoridades Indígenas del Suroccidente (Aiso) como una Autoridad Tradicional Indígena de carácter público especial nacional, debe ceñirse a las normas vigentes.
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En las últimas semanas, se han llevado a cabo varias mesas de diálogo en el Resguardo de Guambia, en el municipio de Silvia, Cauca, donde se discutieron los compromisos previos y se acordaron nuevas medidas para avanzar en la resolución de los conflictos. Durante estos encuentros, en los que participaron el Ministerio del Interior y otras entidades del orden nacional, se estableció la necesidad de mantener la mesa de diálogo permanente hasta el 20 de agosto de 2024, y se convocó a los diferentes ministerios y entidades del Estado a participar en estas jornadas según el cronograma establecido.
Uno de los puntos álgidos de las negociaciones ha sido la solicitud del Movimiento Aiso para que se firme un decreto que lo reconozca como Autoridad Tradicional Indígena de carácter público especial nacional. Este decreto, según el movimiento, es fundamental para asegurar la autonomía y el respeto a sus derechos colectivos. No obstante, el Ministerio del Interior ha sido enfático en que este tipo de actos administrativos deben cumplir con una serie de etapas legales, incluyendo la consulta pública, la redacción, revisión y publicación del acto administrativo.
El proyecto de decreto actualmente se encuentra en la fase de consulta pública, un proceso indispensable para recoger comentarios, sugerencias y alternativas, y que forma parte de los requisitos legales para validar cualquier acto administrativo. A pesar de la voluntad política del gobierno para avanzar en este tema, el Ministerio del Interior ha advertido que, de no cumplirse con todos los requisitos de ley, el decreto podría ser objeto de demandas por nulidad, lo que complicaría aún más la situación.
Mientras tanto, la incertidumbre persiste en la Vía Panamericana, donde el temor a un bloqueo masivo mantiene en vilo a miles de ciudadanos que dependen de esta ruta para sus actividades diarias. Las autoridades nacionales han insistido en la importancia de continuar con el diálogo como la única vía para resolver este conflicto, advirtiendo que cualquier acción de hecho que afecte a otros sectores de la población no será tolerada.
El caso de la Vía Panamericana no es un hecho aislado, sino que refleja un patrón recurrente en la relación entre el Estado y las comunidades indígenas, quienes, históricamente, han tenido que recurrir a la movilización y la protesta para que sus voces sean escuchadas. Sin embargo, la situación actual plantea preguntas sobre la efectividad de los mecanismos de diálogo y concertación que, a pesar de las buenas intenciones, no siempre logran satisfacer las demandas de estas comunidades.
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En un contexto donde el respeto a los derechos de las comunidades indígenas debe ir de la mano con el mantenimiento del orden público y la movilidad, el gobierno enfrenta un desafío complejo. Por un lado, debe garantizar que los compromisos adquiridos con las comunidades se cumplan de manera justa y oportuna; por otro, debe evitar que las acciones de hecho generen un caos que perjudique a la mayoría de la población.
La próxima semana será decisiva para determinar si el diálogo puede prevalecer sobre la confrontación y si es posible encontrar una solución que satisfaga a todas las partes involucradas. En cualquier caso, lo que ocurra en los próximos días en la Vía Panamericana podría tener implicaciones de largo alcance, no solo para la movilidad, sino también para la relación entre el Estado y las comunidades indígenas en Colombia.
Fuente: Revista Semana