Temas del día Transporte Terrestre

Transportes digitales en la era del conocimiento

Llevamos ya más de 30 años en las carreteras de la información, moviendo datos, información aprendiendo on-line y esperando descargar el nuevo libro o periódico con la prontitud que la ansiedad informativa nos exige.

El transporte terrestre es tan antiguo como la misma migración entre las civilizaciones. Difícilmente nos podemos quitar de la imaginación a Marco Polo cargando a sus camellos para llevar mercancías de una parte del mundo al otro. Mucho nos acusamos entre los continentes sobre la transmisión transfronteriza de bacterias y gérmenes. Y no es poco lo que podemos decir tras la pandemia del COVID y su efusiva transmisión física.

Y así, llevamos ya más de 30 años en las carreteras de la información, moviendo datos, información aprendiendo on-line y esperando descargar el nuevo libro o periódico con la prontitud que la ansiedad informativa nos exige. Pero, al mismo tiempo, agarramos la manzana, cortamos el queso, freímos el pescado todavía a la antigüedad: miles de millones de objetos todavía siguen inundando los caminos en trailers y camiones que pululan en las carreteras junto con otros cientos de miles que nos empecinamos en transportarnos por vía terrestre.

Recientemente pude terminar de convencerme que la producción industrial no se crea ni se destruye, solo se acomoda. La oportunidad está en que no se ha terminado de digitalizar. Hace 25 años ya se veían venir las impresoras 3D y pronto nos imaginamos una hamburguesa impresa, portando los olores y sabores de outremer e incluso el plato donde la reposaríamos podría así mismo ser impresa por nuestros robots de tres grados de libertad con inyectores de diversos materiales. Todas las instrucciones de impresión se debían simplemente descargar de internet et voilá!

Pero el mencionado reacomodo resulta ser la opción más rentable; preferimos crear esos clusters descoloridos donde miles de personas visten el mismo uniforme, checan tarjeta cada 8 horas y desempacan-arman-empacan todo eso que todavía no podemos imprimir en casa y que por ende, deben viajar por tierra. Bastaría consumir lo local y abastecer nuestras cada vez más demandantes – reales o renovadas – necesidades.

Parte de mi convencimiento vino acompañado de cierta ambigüedad emocional. Es ciertamente excitante atestiguar el crecimiento de nuestras producción nacional equiparando el enorme flujo de camiones de carga que uno puede ver en las carreteras, lo que debe reflejar un comercio tanto interno como binacional impresionante.

Pero lo que es también deslumbrante es lo poco que hemos hecho para, justamente, evitar la enorme carga del transporte y distribuir de manera más homogénea la actividad económica en nuestro país, lo que debiera traer en consecuencia una mejor y mayor distribución de los benefactores socioeconómicos y una menor movilidad y densidad carretera. El congestionamiento que ocasionan y que se reflejan en las largas filas ante las ineficientes casetas de cobro nos terminan penalizando a todos.

Celebro el evidente aumento del comercio, pero lastimosamente debemos reconocer que mucho nos falta para relocalizar la producción, impulsar la descentralización, promover la producción y el consumo local, así como explorar las nuevas tecnologías y soportes de la propiedad intelectual para realmente trascender las limitaciones operativas y reducir tanto tráfico y emisiones que el transporte de carga produce con lo digital.

Fuente: El Financiero

Imagen: Directivos y Gerentes

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