El sector transportador colombiano ha pasado por momentos turbulentos en los últimos meses. Después de una intensa protesta por el encarecimiento del diésel que paralizó las carreteras del país durante casi una semana, el Gobierno y las asociaciones de transportadores finalmente llegaron a un acuerdo. Sin embargo, la tranquilidad parece efímera, pues la reciente presentación de la segunda reforma tributaria por parte del Gobierno ha reavivado la incertidumbre y el descontento en el gremio. Este artículo explora los acuerdos alcanzados, las preocupaciones actuales y las posibles repercusiones para el futuro del transporte en Colombia.
La respuesta del gobierno y el acuerdo con los transportadores
El pasado paro, que bloqueó las principales vías del país, evidenció la fragilidad del sector transportador ante los cambios abruptos en las políticas de precios del combustible. Según Nidia Hernández Jiménez, presidente ejecutiva de la Federación Colombiana de los Transportadores de Carga y su Logística (Colfecar), la resolución del conflicto involucró una serie de compromisos y acuerdos con el Gobierno.
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Durante el paro, los transportadores habían demandado un cambio en la fórmula para fijar el precio del diésel, que se había incrementado unilateralmente por el Ministerio de Hacienda. Después de arduas negociaciones en 13 mesas técnicas, el Gobierno aceptó congelar el precio del diésel en $10.300 por galón, a condición de cumplir con varios compromisos. Sin embargo, la estabilidad conseguida parece estar en riesgo ante la nueva reforma tributaria que plantea aumentos significativos en algunos impuestos.
Reformas tributarias y sus consecuencias para el sector
La reciente reforma tributaria ha sido un golpe de realidad para el sector transportador. Entre las propuestas más polémicas se encuentra el aumento del impuesto al carbono, un cambio que afecta directamente a las empresas de transporte. Según Hernández Jiménez, esta medida ha generado gran preocupación entre los transportadores, quienes temen que esta reforma no solo incremente los costos operativos sino que también incumpla los compromisos asumidos durante el paro.
El aumento en el impuesto al carbono es visto por muchos como una contradicción a los acuerdos previamente alcanzados, lo que podría desatar una nueva ola de descontento y protestas. La incertidumbre se adentra en la posibilidad de otro paro, ya que el sector aún no ha visto los beneficios prometidos de los acuerdos anteriores y ahora enfrenta nuevas cargas impositivas.
La realidad de la formalización en el sector transportador
Un aspecto crucial que se destaca en la conversación es la situación de la formalización dentro del sector. De acuerdo con Hernández Jiménez, de las más de 4,345 empresas de transporte registradas, el 50% opera de manera formal y cumple con toda la normativa vigente, mientras que el otro 50% sigue operando en la informalidad. Esta división ha generado una estigmatización hacia las empresas grandes y formales, quienes deben lidiar con las consecuencias de la informalidad en el sector.
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El 91% de las empresas en el sector son microempresas, y muchas de las reformas propuestas parecen enfocarse en un pequeño porcentaje de grandes empresarios, dejando de lado las realidades de los transportadores más pequeños y los propietarios de uno o dos vehículos. Esto ha generado descontento entre los empresarios formales que sienten que las políticas laborales y fiscales no reflejan adecuadamente sus necesidades ni las de sus trabajadores.
Perspectivas para el cierre de año y el futuro del sector
Con el cierre del año en el horizonte, la industria del transporte enfrenta una situación compleja. La reactivación económica impulsada por el Gobierno ofrece una luz al final del túnel, pero el impacto de las reformas tributarias y el cumplimiento de los acuerdos alcanzados durante el paro son factores críticos que determinarán la estabilidad del sector.
Colfecar ha planteado un enfoque en la tecnología y la capacitación, trayendo expertos internacionales para compartir casos de éxito y estrategias que podrían inspirar mejoras dentro del sector. No obstante, el desafío persiste en equilibrar estos avances con un entorno fiscal que cada vez se percibe más opresivo.
La incertidumbre sobre el impacto de la reforma tributaria en el sector transportador, junto con la necesidad de mantener la estabilidad económica y laboral, plantea un futuro incierto para muchos en la industria. Mientras el Gobierno continúa su proceso de reactivación y ajuste fiscal, el sector transportador debe prepararse para posibles nuevos desafíos y buscar soluciones que aseguren su viabilidad y crecimiento a largo plazo.
En conclusión, aunque los acuerdos alcanzados para levantar el paro ofrecieron un respiro temporal, el camino hacia la estabilidad del sector transportador sigue siendo sinuoso. La nueva reforma tributaria podría ser el catalizador de nuevas tensiones, y solo el tiempo dirá si el sector podrá adaptarse y prosperar en un entorno económico y fiscal en constante cambio.
Fuente: LR
