El Centro Histórico de Cartagena, conocido por su belleza colonial y su vibrante vida cultural, enfrenta desafíos constantes en términos de movilidad y conservación. Con el fin de mejorar la circulación en sus angostas calles y proteger el patrimonio, la ciudad ha implementado una serie de restricciones para el tránsito de vehículos de carga. Estas medidas, contenidas en el decreto 0876 de 2023, han generado opiniones divididas entre los residentes, comerciantes y transportistas.
Un plan para mejorar la movilidad
La congestión vial en barrios como San Diego, Getsemaní, La Matuna y el Centro es un problema crónico que afecta tanto a locales como a visitantes. Las calles, diseñadas para épocas pasadas, son estrechas y poco adecuadas para soportar el tráfico moderno, especialmente de vehículos de carga. El nuevo decreto establece horarios restringidos para la circulación de estos vehículos, permitiendo su tránsito únicamente entre las 7:00 a.m. y las 3:00 p.m. en las zonas habilitadas.
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El director del Departamento Administrativo de Tránsito y Transporte (DATT), José Ricaurte, subraya que esta regulación no solo busca mejorar la fluidez vehicular, sino también preservar los espacios peatonales y fomentar el uso de vehículos más pequeños o eléctricos para el transporte de mercancías. Según Ricaurte, la medida es parte de un esfuerzo mayor por armonizar la dinámica económica con la necesidad de proteger el patrimonio y la calidad de vida en el Centro Histórico.
Beneficios y desafíos
El principal beneficio de estas restricciones es la reducción de la congestión en las horas pico, lo que mejora la experiencia tanto para los residentes como para los turistas. Además, la limitación del acceso a vehículos de carga también contribuye a disminuir el desgaste de las infraestructuras, como las calles empedradas y los puentes históricos, y a reducir los niveles de contaminación en una zona que ya enfrenta desafíos ambientales significativos.
Sin embargo, no todos están de acuerdo con las nuevas medidas. Comerciantes y transportistas han expresado su preocupación por las dificultades que estas restricciones pueden generar para el abastecimiento de productos y materiales. El horario limitado para las actividades de carga y descarga implica que las empresas deben ajustar sus operaciones, lo que podría traducirse en costos adicionales y potenciales retrasos en la cadena de suministro.
Además, la prohibición de circulación para vehículos de carga con capacidad superior a 3.5 toneladas, salvo con permisos especiales otorgados por el DATT, ha sido vista como un obstáculo por parte de los transportistas. Estos permisos, aunque necesarios para la protección del Centro Histórico, son percibidos como una traba burocrática que podría dificultar el cumplimiento de los horarios de entrega.
Zonas habilitadas y recomendaciones del DATT
Para facilitar la implementación de las nuevas normas, el DATT ha designado una serie de zonas habilitadas para las actividades de carga y descarga. Estas incluyen áreas estratégicas como el sector de las Bóvedas en San Diego, la Plaza de la Merced en el Centro, y la Calle del Arsenal en Getsemaní, entre otras. Estas zonas han sido seleccionadas para minimizar la interferencia con el tránsito vehicular y peatonal, permitiendo que las operaciones de carga se realicen de manera más eficiente.
El DATT también ha emitido una serie de recomendaciones para garantizar que estas actividades se realicen de manera segura y eficiente. Entre ellas, se destaca la prohibición de utilizar las vías y zonas públicas para almacenar materiales o equipos, así como la obligación de utilizar vehículos propulsados por motor eléctrico o fuerza humana para el transporte de mercancías dentro del Centro Histórico.
Implicaciones para el futuro
La implementación del decreto 0876 de 2023 es un reflejo de los desafíos que enfrentan las ciudades históricas en su intento por modernizarse sin sacrificar su identidad y patrimonio. Si bien las medidas adoptadas por Cartagena pueden ser vistas como un avance necesario para mejorar la movilidad y preservar el entorno, también plantean preguntas sobre el equilibrio entre la conservación y el desarrollo económico.
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Los comerciantes, residentes y transportistas tendrán que adaptarse a las nuevas realidades que estas restricciones imponen. Esto podría implicar una reconfiguración de las operaciones comerciales, un mayor uso de tecnología para la gestión del tráfico, y una colaboración más estrecha entre el sector privado y las autoridades locales para garantizar que las soluciones adoptadas sean sostenibles y beneficien a todos los actores involucrados.
En última instancia, el éxito de estas medidas dependerá de su capacidad para equilibrar las necesidades de movilidad con la preservación del patrimonio cultural y el bienestar de la comunidad. Cartagena, con su rica historia y su vibrante economía, se encuentra en una encrucijada donde el pasado y el futuro deben coexistir en armonía. Las decisiones tomadas hoy tendrán un impacto duradero en el desarrollo de la ciudad y en la calidad de vida de sus habitantes. Por ello, es crucial que las políticas de movilidad y conservación se diseñen con una visión a largo plazo, que contemple no solo las necesidades actuales, sino también las de las generaciones futuras.
Fuente: El Universal