Hace unos meses el alcalde Dionisio Vélez anunció obras viales en toda la ciudad. Dijo que las acometería juntas porque no tenía tiempo que perder, y a cambio, aseguró que la ciudad se llenaría de trancones.
El comienzo de este proceso no fue muy auspicioso: en la avenida de El Arsenal, por ejemplo, hubo sorpresas al quitar los adoquines tanto en los lugares donde irían las calzadas nuevas como por las aceras, todas con tuberías y acometidas de servicios públicos inesperadas. Cosa similar pasó en la avenida de la Asamblea, en Manga, pero ya ambas están adelantadas.
A las anteriores obras se suman algunas otras que producen trancones por montones: el reparcheo de la avenida Santander, vía vital de Cartagena, pero sobre todo, las placas construidas en concreto entre la entrada a la Base Naval y el edificio Seguros Bolívar, nervio al rojo vivo de la entrada y salida a Bocagrande, Castillogrande y El Laguito.
Los trancones han sido monumentales por estas obras principalmente, pero también porque se les han sumado unas mareas altísimas que inundaron como nunca vías importantes del sector turístico, añadiéndole a la paquidermia del tráfico y a la desesperación y agresividad de los conductores. Y encima de lo anterior hay trancones por las compras navideñas, especialmente en los alrededores de los grandes centros comerciales, todos rodeados de vías insuficientes y atrancadas de por sí solas, aun sin tener obras.
Dicen que a la ocasión la pintan calva, y este sería el momento para meterle el acelerador al transporte acuático de Cartagena, del que mucho se ha hablado y se sigue hablando sin concretarlo. Durante la alcaldía de Judith Pinedo se adelantó mucho en este proyecto y hasta hubo acercamientos con la administración de Venecia, municipalidad experta en este tipo de transporte. Ofrecieron los venecianos asesoría y elementos que nada le costaban a la ciudad. ¿Por qué no retomar este proceso y cualquier otro que tenga algún grado de adelanto para ver qué se puede aprovechar aún?
Los trancones de Cartagena ya eran serios antes de las obras de la alcaldía de Vélez, pero se debería aprovechar ahora que están exacerbados para experimentar algunas rutas entre Bocagrande y el muelle de La Bodeguita, además de otras rutas.
Recordamos que la Sociedad Portuaria Regional de Cartagena (SPRC) tenía al menos tres catamaranes que utilizaría para llevar a los pasajeros de los cruceros al Centro, evitándoles la tortura de las busetas y taxis por una vía infartada, pero una protesta de guías y de otros lo impidió.
¿Por qué no pedirle a la SPRC que los preste unos días para estas y otras rutas? ¿Y a la Dimar y a Guardacostas que ayuden a hacer la prueba sin tramitomanía?
Es increíble que tengamos la solución a buena parte de la movilidad a la mano y aún no hayamos desarrollado un transporte acuático formal y digno, teniendo todos los elementos para hacerlo.
No demora en aparecer un forastero con ideas, equipos y voluntad, como pasó con los buses de dos pisos, y ahí sí habrá transporte acuático.
Fuente: El Universal
Fotografía: Wikipedia
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