A pesar de devaluación no hay repunte consolidado de exportaciones no tradicionalesLo que es más importante a resaltar aquí, es que el comportamiento de las exportaciones, no ha mostrado un repunte significativo.
Hasta 2014 dentro de una perspectiva general, el peso colombiano completó toda una gran fase que arranca en 2003 y que se caracterizó por una alta apreciación monetaria. Como es de esperarse en estos casos, la tendencia fue hacia la baja de las exportaciones, aumento de las importaciones, déficit en la balanza comercial, y déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos.
A partir del desplome de los precios del petróleo en más de un 62 por ciento, se tuvo un fuerte impacto en la economía colombiana. No sólo se afectó el ingreso de divisas en general y la confianza de los colombianos en la perspectiva económica del país, sino que también cayeron los ingresos no tributarios -algo muy importante- en el presupuesto del Estado.Fue a raíz de ello y con el fin de contener las fuerzas inflacionarias por el lado del costo, que se tendió a elevar las tasas de interés del Banco de la República y por otro lado, la Administración Santos realizó en una reforma tributaria que aumentó el IVA de 16 a 19 por ciento. Esto contribuyó decisivamente a contraer la demanda agregada del mercado doméstico y con ello se convirtió en una fuerza recesiva de la producción.
Lo que es más importante a resaltar aquí, es que el comportamiento de las exportaciones, en particular aquellas de tipo no tradicional, no ha mostrado un repunte significativo ni que pueda justificar un calificativo de alza consolidada. Al tener un escenario con devaluación, la tendencia sería a un repunte de las exportaciones -las tendería a hacer más competitivas, aunque no tengan mayor valor agregado. Se tendería también a disminuir las importaciones, ya que la moneda de referencia, el dólar se hace más caro. Ese no ha sido el caso totalmente, al menos por el lado de la expansión deseable de las exportaciones. Las importaciones se han mostrado contracción. Tómese en cuenta que las exportaciones en pesos constantes han caído un 3.4 por ciento en el primer semestre de 2017. Lo que está rescatando un poco los números, es el aumento relativo de los precios del petróleo, algún repunte brinda cierto respiro a países productores de petróleo como Colombia. Aunque en todo ello no se tenga el músculo en producción de energéticos fósiles como el que ostenta, desde luego, Venezuela. Esta no respuesta de las exportaciones, mientras el mercado interno tiende a contraerse y se pierde confianza en la economía nacional, confunde a los economistas ortodoxos en la corriente neoliberal. El problema aquí radica en que este modelo general de impulso al crecimiento económico a partir de las devaluaciones y con ello impactando en las exportaciones -que fue factor esencial para que el Sud-Este asiático dejara atrás la crisis de 1997- no se cumple en naciones como Colombia. En este país como en muchos de América Latina, el portafolio de importaciones no está compuesto por bienes relativamente prescindibles como es el caso en las naciones más desarrolladas. En países emergentes, las importaciones son bienes intermedios de la producción. Se requieren para producir bienes transables o exportaciones. Esa dependencia hace que las mismas exportaciones -en esas condiciones- pierdan competitividad en los precios de los mercados internacionales. Fuente: Portafolio Imagen: Archivo Mundo Marítimo Ver artículo original]]>