La pandemia trajo consigo la oportunidad de replantear la planificación de las ciudades.
Con la llegada del Covid-19, los sistemas e infraestructura para la movilidad de las personas y las mercancías se vieron alterados, pues el confinamiento tuvo un impacto directo sobre los hábitos y patrones de desplazamiento en las ciudades.
Como era de esperarse, el transporte público fue el más afectado. En aras de garantizar el distanciamiento social y evitar un aumento en los contagios, los gobiernos locales restringieron el número de pasajeros y fueron más estrictos en los controles sanitarios.
Mientras exista el miedo o el riesgo de exposición a ciertos virus, es posible que en los próximos años se evidencie un crecimiento en el transporte privado: vehículo o moto particulares, bicicleta y patineta eléctrica. Algunos pocos se movilizarán a pie.
Una disminución del número de usuarios del transporte público afectará las finanzas de los sistemas de transporte, mientras que un incremento en el número de usuarios del vehículo a motor tendrá repercusiones en la congestión vial y la contaminación del aire.
Las alternativas para evitar la dependencia del vehículo privado son variadas y en algunos casos acompañadas de controversias. Construir más vías, aunque es una propuesta costosa, no desestimula el uso del carro; establecer una cuota máxima de vehículos por hogar o cobrar por vehículos adicionales puede crear inequidad y favorecer a quienes tienen mayor poder adquisitivo; crear zonas u horarios especiales con movilidad restringida para vehículos pueden tener un efecto en el incremento del parque automotor; sacar de circulación los vehículos que más contaminan y remplazarlos por vehículos cero emisiones puede tardar un tiempo en el proceso de transición y no necesariamente resuelve el problema de la congestión vial. Incentivar el uso de los coches eléctricos es una opción sensata, pero está condicionada a los costos, las regulaciones y los precios del petróleo. De cualquier modo, será una tendencia que tomará fuerza en los próximos años.
Para hacer más eficiente los desplazamientos en la ciudad, será vital usar las herramientas de la planificación urbana para cambiar las prioridades en el espacio público; también, relocalizar viviendas, oficinas y centros logística y abastecimiento. De igual modo, será importante incentivar la movilidad no motorizada, el uso de vehículos cero emisiones y, por supuesto, el mismo transporte público.
¿Cuáles serán los principales cambios que afrontarán las ciudades después de la pandemia? Aquí enunciamos 12 de ellos:1. Se modificarán hábitos y comportamientos
El viaje multimodal, más que una opción, será una elección obligatoria para evitar la congestión vehicular y exponerse al riesgo de un contagio en el transporte público. Algunas personas replantearán su lugar de residencia, el lugar de destino frecuente y los horarios para desplazarse. Sin embargo, el transporte público seguirá siendo estratégicos para la ciudad.2. Golpe a la sostenibilidad urbana
La congestión vehicular, los accidentes viales y la contaminación por las emisiones de carbono son uno de varios impactos que traería la migración de usuarios hacia el automóvil o la motocicleta. Es ideal promover un desarrollo urbano orientado a un transporte multimodal, con vecindarios que ofrezcan servicios y actividades que inviten a realizar desplazamientos a pie o en bicicleta. También es importante crear incentivos para el uso del transporte público de manera segura y accesible.
Mientras tanto, los gobiernos pueden anticipar sus estrategias para mitigar el aumento de los viajes en transporte privado y la disminución de los pasajeros en el transporte público. En el horizonte cercano, podrán regular su tiempo de uso y los desplazamientos, según el número de ocupantes y los lugares de destino.3. Tensiones entre usuarios y propietarios
Seguramente, después del COVID-19 el vehículo privado será visto también como un medio para mantener el distanciamiento social y evitar el riesgo de contraer enfermedades virales. Su uso, que venía creciendo, será una tendencia que cobre más fuerza mientras se mantenga el miedo y existan créditos fáciles para adquirir un vehículo; esto, sin mencionar que en circunstancias normales, un mal servicio de transporte público impacta la demanda de transporte privado, debido a que una mala frecuencia de buses, baja cobertura y precarios niveles de aseo, terminan afectando la calidad del servicio y desmotivando su uso.
Reducir los carriles para automóviles y destinarlos para uso exclusivo de biciusuarios o buses públicos puede ser una opción viable si, después de la pandemia, la gente no optara por moverse más en su vehículo privado; para ellos, esta disminución de espacio también puede significar una mayor congestión vehicular.
4. Transporte público en crisis
Según el Banco Interamericano de Desarrollo – BID, el uso de transporte público alcanzó a caer más de la mitad en varias ciudades de la región. Como respuesta, los gobiernos han financiado el déficit con fondos públicos de emergencia; otros han hecho ajustes a las tarifas o han optado por ampliar los subsidios. La situación no es sostenible a largo plazo y puede comprometer una parte importarte del presupuesto público de muchas ciudades, si no se cambian los esquemas de financiación para no depender tanto de la tarifa y la demanda de usuarios.
La angustia financiera por mantener los sistemas operando es latente. Eso traerá consigo varios debates, como repensar el servicio de transporte público desde la perspectiva de la rentabilidad o desde el derecho a la movilidad de las personas; en particular de los usuarios, que no tienen otra opción diferente porque sus ingresos no se lo permiten.
Será un debate técnico con una alta sensibilidad política, pues el transporte público está directamente relacionado con el desarrollo urbano y económico de las ciudades y, por ende, hay que asegurar recursos públicos para su operación y mantenimiento sin afectar la infraestructura y la calidad del servicio.
5. La bicicleta, nueva protagonista
El ciclismo urbano ha tenido un resurgimiento en la pandemia al ser una alternativa segura, rápida y confiable. Para las ciudades, ello representó la oportunidad de ampliar carriles o destinar espacios exclusivos que transformaron el paisaje urbano y la movilidad.
Si bien hay que destacar los avances en infraestructura, señalización y pólizas de seguros, todavía persisten problemas por accidentalidad, interconexión modal e infraestructura para estacionamiento. Incluso, los gobiernos locales aún no han regulado el uso de la bicicleta con fines comerciales y entregas de domicilios frente a usos comunes con propósitos personales.
Es un hecho que la bicicleta podrá mejorar el desplazamiento en las ciudades, pero no se le puede atribuir la responsabilidad de revolucionar la movilidad urbana.
6. Una ciudad para disfrutar a pie
Con la pandemia, surgió una oportunidad para diseñar y actualizar la infraestructura de movilidad a escala humana y no desde la perspectiva exclusiva del transporte motorizado. Crear más espacios para caminar significa apostar por ciudadanos más activos físicamente. Ciudades caminables son ciudades amigables y sostenibles.7. La revolución de las plataformas digitales
Los viajes vía plataforma digital no van a desaparecer. Sin embargo, el modelo de negocio sufrirá algunas adaptaciones y seguirán las tensiones con el transporte colectivo de taxis y con los gobiernos locales, que buscarán regular el servicio y evitar su crecimiento.8. Innovación en logística y carga
Mover mayores cantidades de mercancías en un contexto de aislamiento llevó a las empresas a modificar los procedimientos de entrega, a fin de hacerlos cada vez más eficientes. Eso significará incorporar más la tecnología para automatizar procesos y reducir la dependencia del recurso humano ante futuras cuarentenas, situación que generará resistencia por parte de los trabajadores.9. El mejor momento del domicilio de última milla
La entrega de alimentos, suministros y comercio minorista tendrá una mayor demanda gracias a los pedidos en línea. La competencia por el mercado del domicilio de última milla crecerá en los próximos años, a tal punto que las ciudades tendrán que incorporar áreas específicas y horarios en zonas residenciales para facilitar el cargue y descargue de este tipo de mercancías. Para optimizar dicha movilidad, la tecnología y el software especializado serán un gran aliado.10. Mayores restricciones y controles a infraestructura aeroportuaria
Los gobiernos centrarán sus intervenciones en mantener la operación de los aeropuertos y reducir la alta posibilidad de que se propaguen enfermedades a través de la infraestructura de transporte aéreo. Es posible que exijan, junto con el pasaporte y la visa, certificados sanitarios a los pasajeros procedentes de países con presencia de enfermedades infecciosas o virales. Podrán estudiarse medidas como: dejar un asiento de por medio en los vuelos; tener filas vacías; ubicar barreras a bordo e incluso permitirles a los usuarios comprar vuelos múltiples y más cortos.
11. El impulso que le faltaba a la micromovilidad
Al igual que la bicicleta, la patineta eléctrica será un medio que tomará fuerza en los próximos años. Se calcula que para 2024, circularán 4,6 millones de scooters en las principales ciudades, una proyección que puede cumplirse antes debido al COVID-19. La pandemia será un catalizador que presionará a los gobiernos locales en la reglamentación de este medio de transporte.
12. La congestión urbana expandirá sus fronteras
Las ciudades seguirán creciendo y los suburbios urbanos tendrán un nuevo aire por el interés que puede despertar en los hogares jóvenes y en las personas de mayor edad vivir más allá de los lugares habituales de residencia, donde hay menor densidad poblacional y ventajas en términos de acceso a infraestructura de servicios y teletrabajo. El hecho de que más personas opten por vivir en estos suburbios creará una presión por mejorar los sistemas de transporte público de escala regional con el fin de conectar estos flujos de personas y mercancías del borde urbano con los centros de trabajo y el comercio al interior de las ciudades.
Fuente: El tiempo
Imagen: Archivo El tiempo
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