El crecimiento global del parque automotor es superior al demográfico. Se deben tomar medidas.
Son muchos los factores determinantes. Fundamentalmente obedecen a falta de decisiones de gobierno correspondientes con la dinámica, magnitud y complejidad del problema.
La red vial nacional, regional y local, se rezaga con respecto a la demanda de sus usuarios en términos de calidad, especificaciones y mantenimiento. Técnicamente se sabe que solucionar el problema exige inversión anual mínima de 3 % del PIB ($22 billones anuales) durante mínimo treinta años. Exige un estricto rigor técnico en diseños, estructuración de proyectos, responsabilidad y racionalidad contractual, una condición imprescindible para desarrollar los diferentes modos de transporte; es la dimensión económico-técnica del problema.
La congestión vehicular urbana afecta progresivamente a todas las ciudades. Es atizada por la dinámica de mercado-consumo (prácticamente incontrolable), el deficiente servicio público, la debilidad institucional y factores económico-culturales, que inercialmente estimulan el uso del automotor particular y la congestión vial.
La encrucijada vial del Distrito Capital obedece, además, a evidentes fallas administrativas, operativas y técnicas, a corrupción y al caótico desarrollo urbano. Es relativamente solucionable a mediano y largo plazo con un altísimo costo. El desarrollo urbano, caprichosamente anárquico, hace muy costosa la solución de congestión vial; demanda ampliación progresiva de calzadas con más carriles e intercambiadores. La mayoría de troncales de la red en operación y proyectada de Transmilenio (SITP) se pueden ampliar.
El malestar social y la protesta de usuarios del SITP pueden responder positivamente mejorando la calidad del servicio. Esto exige aumento de articulados en operación, prohibición de sobrecupo, mejor señalización horizontal y vertical, revisión y renegociación de términos contractuales de concesión de operación y recaudo.
La construcción de las calzadas exclusivas para Transmilenio estuvo a cargo del Distrito con cero aportes del concesionario. El Distrito debe cubrir el 100 % del mantenimiento de la red vial exclusiva y las estaciones, pero, por cada pasaje, apenas recibe el 5,73 %, mientras que el operador privado, el 71,10 %; la fiducia, el 0,04 %; el concesionario de recaudo, el 9,0 % y los operadores de alimentadores, el 14,13 %. Hay desequilibrio de la ecuación contractual.
Es imprescindible modificar los términos concesionales para que el Distrito pueda mejorar la participación en el recaudo, reducir el costo del servicio y responder por el rezago y deficiente calidad de la infraestructura vial.
Estudios señalan que, en el cuatrienio 2008-2011, el número de articulados creció el 20 % y el de pasajeros por vehículo 57 %. La tendencia se mantiene. Una situación similar ocurre con los alimentadores. El número de articulados y biarticulados en operación en las horas pico es inferior a la demanda.
Mientras el recorrido diario de cada equipo de transporte se mantiene entre 250 y 260 kilómetros, el Índice Pasajero Kilómetro (IPK) se catapultó con beneficio exclusivo para los concesionarios.
La crisis vial y de movilidad vehicular no es responsabilidad exclusiva del gobernante en ejercicio; obedece a equivocaciones del desarrollo urbano y uso del suelo, deficiencias administrativas y operativas, y corrupción endémica.
Los gobernantes presentes y futuros tienen la obligación de explorar soluciones viales racionales en todos los aspectos para revertir la tendencia de agudización del problema y lograr solución aceptable. Para lograrlo deben racionalizar el POT, la inversión en infraestructura vial, derrotar la corrupción pública y privada, el clientelismo y la politiquería.
La estructuración y actualización de los POT a nivel nacional deben comprender el análisis de todos los factores que puedan incidir directa o indirectamente en la prevención y solución de los problemas de movilidad, para lograr un desarrollo urbano integral y sostenible, a mediano y largo plazo.
El crecimiento global y nacional del parque automotor es superior al demográfico. Circulan en el planeta más de 1.000 millones de vehículos y, de acuerdo con proyecciones, en el 2040 habrá en circulación un vehículo por cada habitante, aproximadamente 9.000 millones de unidades. Proporcionalmente, Bogotá podrá tener en circulación entre 4 y 5 veces el volumen actual. Es pertinente tomar medidas preventivas.
Son factores para el análisis de alternativas y decisiones para conjurar progresivamente la crisis vial y del transporte que amenaza el buen suceso del desarrollo nacional.
Fuente: Marcos Silva Martínez
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