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Túneles de TransMilenio, los cambuches de habitantes de la calle

Los túneles y puentes intercambiadores de TransMilenio, entre las troncales calle 26 y carrera 30, se convirtieron en resguardo de indigentes. El problema de esto, aseguran los vecinos, es que junto a los cambuches que montan, queman llantas, consumen vicio y salen a amedrentar a los peatones. Similar, aunque más conocida, es la situación en la […]

Los túneles y puentes intercambiadores de TransMilenio, entre las troncales calle 26 y carrera 30, se convirtieron en resguardo de indigentes. El problema de esto, aseguran los vecinos, es que junto a los cambuches que montan, queman llantas, consumen vicio y salen a amedrentar a los peatones.

Similar, aunque más conocida, es la situación en la calle 26 con avenida Caracas. Allí abundan estas acomodaciones en el espacio público. Por su ubicación central y proximidad a ‘ollas’ como el Bronx, los indigentes, algunos de ellos con problemas de conducta, los usan para pernoctar.

Pero volviendo a las cercanías de la 26 con 30. En el túnel que hay unas cuadras detrás del CAD (carrera 24C con calle 26) se encuentra un cambuche dotado con colchón, cobijas y cartones. A cubierta de la luz del sol, quienes lo habitan hacen fogatas y consumen alucinógenos. Después emergen a pedir monedas y a molestar a los peatones.

Esta es una zona de tránsito peatonal, pues quedan instituciones como el Inpec, el Concejo Distrital y el CAD, entre otros. “Suben a pedir todo el tiempo, y cuando llueve se vienen a dormir al pie del edificio. Orinan en las paredes. Muy incómodo”, se lamenta Nelfy Caviedes, habitante y propietaria de una tienda.

“Hace dos meses los sacó la Policía, pero más se demoran en sacarlos que ellos en volver”.

Además de las quemas y el consumo, los pobladores se quejan de la presencia de dos travestis que rondan y se tornan pendencieros cuando no se les da limosna. “No les tiran tanto a los hombres sino a las mujeres que pasan. Cargan cuchillas y amenazan con rayarles la cara cuando no les dan plata”, apunta Víctor Contreras, oficinista.

Es una situación para la cual los vecinos demandan control, toda vez que el parque aledaño sufre, además, el robo de tapas y materiales de acero. “Hacen sus necesidades por ahí. Los hemos visto robarse las tapas de alcantarillas.

Ensucian el sector porque dejan cobijas y basuras por ahí tiradas”, agrega José Toro, peluquero y vecino del lugar.
Frente a la situación, la Alcaldía Local de Mártires (que tiene jurisdicción allí) indicó que se hacen constantes operativos de la Policía Metropolitana. Estos se realizan “en coordinación con la oficina de Coordinación Jurídica y Convivencia de Mártires. Se han adelantado levantamientos de cambuches y limpiezas con hidrolavadoras”.

Sin embargo, la entidad pidió comprensión, pues dicha localidad “es una de las que mayor población flotante de calle tiene, lo cual se afronta con apoyo de entidades como la Secretaría de Integración Social”.

De igual forma indicaron que se hará seguimiento al lugar, en coordinación con habitantes de varios de los conjuntos que allí se emplazan, “para garantizar la buena convivencia de la ciudadanía”.

Sellamientos

Hacia el norte y el occidente de la ciudad, el asunto de los cambuches presenta características menos dramáticas, aunque también los hay. Una zona que en años anteriores estaba invadida por estos es la comprendida por los túneles de TransMilenio que enlazan las troncales de la carrera 30 con la calle 80.

En la actualidad, aceptan los vecinos, se ven menos de estas invasiones. Juan Bautista Tapur, vigilante que lleva años en una estación de la Empresa de Acueducto, bajo el puente de la calle 80 con 30 (costado occidente), asegura: “Solamente queda un cambuche de los muchos que había entre túneles. En él habita un señor con su esposa”.

A propósito, el vigilante advierte que los sellamientos –con muros y ladrillos– que la Alcaldía Distrital adelantó el año pasado en las partes bajas de los puentes de la calle 80 disminuyeron bastante la presencia de estas personas. “No se pudieron volver a meter en esos sótanos que había. Antes por aquí robaban más”.

Del costado oriente del puente, la sensación es de alivio, aunque no total. Flor García tiene 73 años y habita en una casa esquinera, en frente del puente, desde que era joven. Igual que en el otro costado, allí hicieron sellamientos.

“Iluminaron mejor el sector, así es más seguro. El lunes, un señor armó un cambuche, pero lo sacó la Policía. Eso es bueno, aunque la pasada por ahí no deja de ser peligrosa”, apunta Flor.

Al caminar por la zona, afuera de un almacén de muebles, se encuentra a Ricardo Parra. Arrastra un cajón de madera sellado con candado. Viste camiseta desteñida, pantalón de jean y botines. Es habitante de la calle hace casi 20 años.

Pero su aspecto, más allá de lo sencillo, no revela la facha común de quienes viven en indigencia.

“Estas son mis herramientas, aquí le estaba haciendo un arreglo a unos muebles”, dice Ricardo, señalando su cajón.

“Vivo en un cambuche, porque no me alcanza para pagar una residencia: yo tengo un problema, que es la droga, pero no todos los que sufrimos esta enfermedad robamos. También hay muchos que trabajamos”, agrega.

Él es una de las caras que muestra la problemática de las drogas. Y aunque asegura que no roba ni le hace mal a nadie, cambuches como los que él habita “siguen atrayendo inseguridad”, apunta Jean Carlos Contreras, vendedor de comidas de ese sector.

Fuente: ET

Fotografía: Flickr mariordo59

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